Grau
25/06/2013, 21:37
El Barça, un club históricamente dividido
"Dos almas"
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Hace unos días tuve la oportunidad de hablar tranquilamente con un hombre que conoce muy bien el Barça. De aquellos que no ha ostentado un gran poder, pero ha sido vital a la hora de entender el actual Barça. Es Evarist Murtra, amigo de Guardiola, avalador del entrenador cuando la etapa Rijkaard llegaba a su ocaso. Gracias a Murtra, Laporta se planteó darle una oportunidad al inexperto técnico de Santpedor.
Durante la larga conversación, el exdirectivo recordó una teoría que unos meses antes me había explicado. Hace más de medio siglo que el Barça tiene dos almas. Dos caminos diferentes que transitan dentro del club. Dos familias opuestas. Los de aquí y los de allí. Los nuestros y los suyos. Los azules y los grana. Los catalanistas y los españolistas. Los suaristas y los kubalistas. Los cruyffistas y nuñistas.
Para Murtra, esta dualidad se acentúa en la época de Agustí Montal y nunca se ha superado. Así como el Madrid es un club monocromático y uniforme, consecuencia de la centralidad política de la misma ciudad, el Barça avanza a través de la dialéctica. Una dualidad sin embargo, que ha alcanzado niveles de enfrentamiento viscerales y peligrosos para la entidad. La fractura es demasiado profunda. Absurda, incluso. Murtra lo ejemplifica con un detalle. Para Montal, el filial era el Barça Atlètic. Para José Luis Núñez, Barça B. Joan Laporta volvió a cambiar el nombre, mientras Rosell recuperó el B.
"La dualidad del Barça ha llegado a unos niveles de enfrentamiento peligrosos"
En 1998, con la moción de censura del Elefant Blau a Josep Lluís Núñez, la escisión se agudiza. Desde entonces, todos los presidentes han sufrido las consecuencias. Joan Gaspart tuvo que dimitir para evitarla. Laporta la sufrió. Y ahora Benedito la plantea a Rosell si se tira adelante la construcción de un nuevo estadio sin pasar por elecciones. Y en 2010, con la acción de responsabilidad impulsada por la actual junta, se cruzó una línea roja que nunca debió pasarse.
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Las dos almas del Barça tardarán muchos años en sellar las paces. Pueden haber treguas, como la que impuso Guardiola, un entrenador que se elevaba por encima de unos y otros. Pero, por debajo, las maquinaciones siguen. A pesar de la fractura, el equipo ha seguido ganando. El barcelonismo ha vivido una década frenética a nivel institucional, pero al mismo tiempo vertiginosa en el terreno deportivo gracias a Rijkaard, Guardiola y Tito.
Cuando el equipo falle, la situación puede ser insoportable. O tal vez no … quizás simplemente se trata de que alguien venda su alma al diablo. En otras palabras, que se deje de mirar el pasado y se corrijan graves errores. Y esto, solo se puede hacer desde el poder.
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"Dos almas"
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Hace unos días tuve la oportunidad de hablar tranquilamente con un hombre que conoce muy bien el Barça. De aquellos que no ha ostentado un gran poder, pero ha sido vital a la hora de entender el actual Barça. Es Evarist Murtra, amigo de Guardiola, avalador del entrenador cuando la etapa Rijkaard llegaba a su ocaso. Gracias a Murtra, Laporta se planteó darle una oportunidad al inexperto técnico de Santpedor.
Durante la larga conversación, el exdirectivo recordó una teoría que unos meses antes me había explicado. Hace más de medio siglo que el Barça tiene dos almas. Dos caminos diferentes que transitan dentro del club. Dos familias opuestas. Los de aquí y los de allí. Los nuestros y los suyos. Los azules y los grana. Los catalanistas y los españolistas. Los suaristas y los kubalistas. Los cruyffistas y nuñistas.
Para Murtra, esta dualidad se acentúa en la época de Agustí Montal y nunca se ha superado. Así como el Madrid es un club monocromático y uniforme, consecuencia de la centralidad política de la misma ciudad, el Barça avanza a través de la dialéctica. Una dualidad sin embargo, que ha alcanzado niveles de enfrentamiento viscerales y peligrosos para la entidad. La fractura es demasiado profunda. Absurda, incluso. Murtra lo ejemplifica con un detalle. Para Montal, el filial era el Barça Atlètic. Para José Luis Núñez, Barça B. Joan Laporta volvió a cambiar el nombre, mientras Rosell recuperó el B.
"La dualidad del Barça ha llegado a unos niveles de enfrentamiento peligrosos"
En 1998, con la moción de censura del Elefant Blau a Josep Lluís Núñez, la escisión se agudiza. Desde entonces, todos los presidentes han sufrido las consecuencias. Joan Gaspart tuvo que dimitir para evitarla. Laporta la sufrió. Y ahora Benedito la plantea a Rosell si se tira adelante la construcción de un nuevo estadio sin pasar por elecciones. Y en 2010, con la acción de responsabilidad impulsada por la actual junta, se cruzó una línea roja que nunca debió pasarse.
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Las dos almas del Barça tardarán muchos años en sellar las paces. Pueden haber treguas, como la que impuso Guardiola, un entrenador que se elevaba por encima de unos y otros. Pero, por debajo, las maquinaciones siguen. A pesar de la fractura, el equipo ha seguido ganando. El barcelonismo ha vivido una década frenética a nivel institucional, pero al mismo tiempo vertiginosa en el terreno deportivo gracias a Rijkaard, Guardiola y Tito.
Cuando el equipo falle, la situación puede ser insoportable. O tal vez no … quizás simplemente se trata de que alguien venda su alma al diablo. En otras palabras, que se deje de mirar el pasado y se corrijan graves errores. Y esto, solo se puede hacer desde el poder.
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