Quagmire
25/01/2013, 13:49
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Desmentir una mentira. Indignado, valiente, contundente, pacato, desbordado o seco. Adjetiven la intervención de Florentino Pérez a gusto del consumidor. Hay quien sostiene que el presidente se ha visto obligado a ocupar el centro de los focos en un circo de tres pistas. Que tenía que levantar la voz para calmar a sus socios y que tenía la obligación de decir que no permitirá presuntas agresiones ni injerencias a la institución. Procesado y asumido que, en caliente, el presidente ha cumplido con su obligación, cabe sugerir que su comparecencia, en términos de estrategia de comunicación, parece un error. El presidente del club de fútbol más laureado del mundo, ha desmentido una noticia que, según él, es falsa. Si la noticia carecía de fundamento, si no tenía veracidad, el presidente se la concedió, en prime time, convocando un acto televisado para todo el país. Para ese viaje, no hacían falta esas alforjas. Habría bastado un simple comunicado oficial. O remitir al diario Marca al día 1 de julio, anunciando que José Mourinho continuará en el Real Madrid la próxima temporada. E incluso quizá, haber apelado al derecho de rectificación al que tiene derecho el Real Madrid, si siente que esa información no se ajusta a la realidad. Florentino no hizo referencia a nada de eso. Negativas que no niegan nada.
Conjuras de cartón piedra, motines de opereta. Corren malos tiempos para el periodismo. Parte de la opinión pública recuerda, con actitud de fiscal y buena memoria, cientos de portadas que poco o nada han tenido que ver con la verdad. Algo dramático para el periodismo, que vive enrocado en su corporación. Falta autocrítica y sobra confusión entre audiencia y veracidad, entre venta y credibilidad. Marca publica que varios jugadores del Madrid han hecho saber al presidente que, en junio, deberá decidir entre Mou o algunos de ellos. No deja de tener su miga que el mismo diario, dos días antes, publicase una información que rezaba así: ‘Todos a una. El Madrid se une para pelear por todos los títulos. Acuerdo con Mou para mejorar el ambiente y rebajar la tensión’. Algo chirría. Del ‘Todos a una’ al ‘O Mourinho o nosotros’ va un trecho. Y los lectores, que compran los diarios y como pagan, también son soberanos, se hacen preguntas y se cuestionan ese giro inesperado. Y entienden que, o aquella portada de la unión y la conjura era como un euro de madera, o esta última es cuento chino y también filipino. O conjura de cartón piedra o motín de opereta. El espíritu de las informaciones no casa. Es más, la primera anula a la segunda. O viceversa.
Filtra bien y no mires a quién. Si existen amistades peligrosas en el fútbol, son las que vinculan a deportistas y periodistas. Si no saben medir los límites de sus confesiones, el volumen de sus favores, su grado de fidelidad y qué distancia deben tomar entre ambos, el cóctel es explosivo. Si no saben marcar el tope de qué puede trascender y qué debe ser confidencial, su relación está condenada a provocar daños colaterales. Protagonistas y periodistas conviven a ambos lados del negocio: se necesitan, se relacionan y también se utilizan. Existen presidentes con ínfulas de garganta profunda que cantan La Traviata en privado pero que, en público, se retractan para matar al mensajero; existen futbolistas que espolvorean lo malo que es un entrenador con mesa y mantel de por medio, para después alinearse con el técnico del que rajan si hay micros delante; hay entrenadores que buscan topos en el vestuario pero que, cuando ven a un periodista amigo, le cuentan qué futbolista se merece quedar 'retratado' en público; y existen periodistas convertidos en veletas que defienden una información un día y defienden exactamente la contraria al día siguiente. ¿Hay filtradores en fútbol? Rajoy dixit: ‘Sí, hombre’.
Tolerancias y licencias. Los diarios deportivos madrileños duplican sus ventas si el Real Madrid gana un partido o conquista un título. Ignorando esa realidad, el presidente del club ha denunciado que detrás de la portada de Marca se esconden intereses personales destinados a desestabilizar al club. A ese toro se arrimó Alfredo Relaño, director de As, la competencia de Marca, que fue lapidario: ‘Nadie en Marca tiene intención de hacer daño al Real Madrid, esas palabras no son tolerables’. Opinión de la competencia de quien da la información. Revelador. Pero si hay límites para la tolerancia, debe haberlos para la licencia. Y ahí es donde, para quien esto escribe, existe conflicto. Según el subdirector de Marca ha asegurado que el titular ‘O Mourinho o nosotros’, no pertenece a ninguno de los testimonios de las presuntas fuentes que manejó el diario para elaborar su información. Fue ‘una licencia que nos tomamos para portada’. Conclusión: Florentino se ha tomado una licencia poco tolerable y Marca se ha excedido en su tolerancia para tomarse una licencia que, como bien sabía ese periódico, era material inflamable. Nitroglicerina.
Clases de ética y ética de clases. Florentino Pérez subrayó una palabra durante su comparecencia. Esa palabra era ‘ética’. En opinión del presidente, hay líneas que marcan que los límites de la ética y Marca los ha sobrepasado. Quizá tenga razón, es posible. Ahora bien, en justa reciprocidad con esas líneas que no deben cruzarse, cabría preguntarse qué ética se defendía en el Real Madrid cuando un periodista fue encerrado en un cuartucho para ser abroncado por seis de sus subordinados. Uno se pregunta qué ética se defendía cuando el mismo diario asesinó la reputación de Pellegrini con una serie de portadas repugnantes, cuando era entrenador del Real Madrid y estaba de cuerpo deportivo ‘presente’. O qué ética se defendía Madrid cuando el mismo diario asesinó la reputación de Ramón Calderón, objeto de un trabajo de albañilería fina. Debe ser que alguien se quedó dormido en clase de ética cuando el profesor enseñaba a sus alumnos que la ética se defiende siempre, no sólo cuando conviene. Hay clases de ética y ética de clases. Se parece, pero no es lo mismo.
Guión previsto. Marca tenía una información y la ha publicado, su compromiso es con los lectores y no con los seguidores de un equipo. Florentino Pérez ha desmentido la información, porque se debe a sus socios, debe transmitir unidad y ha decidido poner pie en pared. Los jugadores, a los pies de los caballos tras la información de Marca, se han posicionado: tienen un buen cabreo - no es para menos-, apoyan a su entrenador, respetan su principio de autoridad y quieren encontrar al filtrador o filtradores que les han señalado. Mourinho, el nudo gordiano de la situación, hará lo que tiene que hacer: seguir si confía en la versión de sus jugadores y hacer las maletas si entiende que no le soportan, como se ha publicado. Y con el paso del tiempo, serán los tribunales de justicia los que hagan lo que tienen que hacer. Decidir quién miente, si miente Marca o si miente el Real Madrid. Guión previsto.
Ruido, ruido, ruido. Bien por incendios internos o por externos, por errores propios o ajenos, no hay día de paz para el Real Madrid. A un incendio le sobreviene otro. Gane, pierda o empate. El ambiente se ha encanallado, todos sospechan de todos y el ruido que envuelve al club es insoportable. Cerrará la temporada con doblete, con un título o con un año en blanco. La batalla de la imagen ya la ha perdido y nunca acaba por rebajarse el nivel de decibelios. La rutina del ruido ha erradicado el debate futbolístico. De tal guisa que en el Madrid se habla absolutamente de todo, menos de fútbol. Mal negocio y peor arreglo para quienes han contribuido a generarlo y amplificarlo. Prensa, presidente, entrenador y jugadores. En el orden que ustedes quieran. El caso es que el ruido cada vez es mayor y el Madrid cada vez más pequeño. Así que, como dice la letra de la canción del maestro Joaquín Sabina, al final habrá tanto ruido que no podrán oír el final.
Rubén Uría
Desmentir una mentira. Indignado, valiente, contundente, pacato, desbordado o seco. Adjetiven la intervención de Florentino Pérez a gusto del consumidor. Hay quien sostiene que el presidente se ha visto obligado a ocupar el centro de los focos en un circo de tres pistas. Que tenía que levantar la voz para calmar a sus socios y que tenía la obligación de decir que no permitirá presuntas agresiones ni injerencias a la institución. Procesado y asumido que, en caliente, el presidente ha cumplido con su obligación, cabe sugerir que su comparecencia, en términos de estrategia de comunicación, parece un error. El presidente del club de fútbol más laureado del mundo, ha desmentido una noticia que, según él, es falsa. Si la noticia carecía de fundamento, si no tenía veracidad, el presidente se la concedió, en prime time, convocando un acto televisado para todo el país. Para ese viaje, no hacían falta esas alforjas. Habría bastado un simple comunicado oficial. O remitir al diario Marca al día 1 de julio, anunciando que José Mourinho continuará en el Real Madrid la próxima temporada. E incluso quizá, haber apelado al derecho de rectificación al que tiene derecho el Real Madrid, si siente que esa información no se ajusta a la realidad. Florentino no hizo referencia a nada de eso. Negativas que no niegan nada.
Conjuras de cartón piedra, motines de opereta. Corren malos tiempos para el periodismo. Parte de la opinión pública recuerda, con actitud de fiscal y buena memoria, cientos de portadas que poco o nada han tenido que ver con la verdad. Algo dramático para el periodismo, que vive enrocado en su corporación. Falta autocrítica y sobra confusión entre audiencia y veracidad, entre venta y credibilidad. Marca publica que varios jugadores del Madrid han hecho saber al presidente que, en junio, deberá decidir entre Mou o algunos de ellos. No deja de tener su miga que el mismo diario, dos días antes, publicase una información que rezaba así: ‘Todos a una. El Madrid se une para pelear por todos los títulos. Acuerdo con Mou para mejorar el ambiente y rebajar la tensión’. Algo chirría. Del ‘Todos a una’ al ‘O Mourinho o nosotros’ va un trecho. Y los lectores, que compran los diarios y como pagan, también son soberanos, se hacen preguntas y se cuestionan ese giro inesperado. Y entienden que, o aquella portada de la unión y la conjura era como un euro de madera, o esta última es cuento chino y también filipino. O conjura de cartón piedra o motín de opereta. El espíritu de las informaciones no casa. Es más, la primera anula a la segunda. O viceversa.
Filtra bien y no mires a quién. Si existen amistades peligrosas en el fútbol, son las que vinculan a deportistas y periodistas. Si no saben medir los límites de sus confesiones, el volumen de sus favores, su grado de fidelidad y qué distancia deben tomar entre ambos, el cóctel es explosivo. Si no saben marcar el tope de qué puede trascender y qué debe ser confidencial, su relación está condenada a provocar daños colaterales. Protagonistas y periodistas conviven a ambos lados del negocio: se necesitan, se relacionan y también se utilizan. Existen presidentes con ínfulas de garganta profunda que cantan La Traviata en privado pero que, en público, se retractan para matar al mensajero; existen futbolistas que espolvorean lo malo que es un entrenador con mesa y mantel de por medio, para después alinearse con el técnico del que rajan si hay micros delante; hay entrenadores que buscan topos en el vestuario pero que, cuando ven a un periodista amigo, le cuentan qué futbolista se merece quedar 'retratado' en público; y existen periodistas convertidos en veletas que defienden una información un día y defienden exactamente la contraria al día siguiente. ¿Hay filtradores en fútbol? Rajoy dixit: ‘Sí, hombre’.
Tolerancias y licencias. Los diarios deportivos madrileños duplican sus ventas si el Real Madrid gana un partido o conquista un título. Ignorando esa realidad, el presidente del club ha denunciado que detrás de la portada de Marca se esconden intereses personales destinados a desestabilizar al club. A ese toro se arrimó Alfredo Relaño, director de As, la competencia de Marca, que fue lapidario: ‘Nadie en Marca tiene intención de hacer daño al Real Madrid, esas palabras no son tolerables’. Opinión de la competencia de quien da la información. Revelador. Pero si hay límites para la tolerancia, debe haberlos para la licencia. Y ahí es donde, para quien esto escribe, existe conflicto. Según el subdirector de Marca ha asegurado que el titular ‘O Mourinho o nosotros’, no pertenece a ninguno de los testimonios de las presuntas fuentes que manejó el diario para elaborar su información. Fue ‘una licencia que nos tomamos para portada’. Conclusión: Florentino se ha tomado una licencia poco tolerable y Marca se ha excedido en su tolerancia para tomarse una licencia que, como bien sabía ese periódico, era material inflamable. Nitroglicerina.
Clases de ética y ética de clases. Florentino Pérez subrayó una palabra durante su comparecencia. Esa palabra era ‘ética’. En opinión del presidente, hay líneas que marcan que los límites de la ética y Marca los ha sobrepasado. Quizá tenga razón, es posible. Ahora bien, en justa reciprocidad con esas líneas que no deben cruzarse, cabría preguntarse qué ética se defendía en el Real Madrid cuando un periodista fue encerrado en un cuartucho para ser abroncado por seis de sus subordinados. Uno se pregunta qué ética se defendía cuando el mismo diario asesinó la reputación de Pellegrini con una serie de portadas repugnantes, cuando era entrenador del Real Madrid y estaba de cuerpo deportivo ‘presente’. O qué ética se defendía Madrid cuando el mismo diario asesinó la reputación de Ramón Calderón, objeto de un trabajo de albañilería fina. Debe ser que alguien se quedó dormido en clase de ética cuando el profesor enseñaba a sus alumnos que la ética se defiende siempre, no sólo cuando conviene. Hay clases de ética y ética de clases. Se parece, pero no es lo mismo.
Guión previsto. Marca tenía una información y la ha publicado, su compromiso es con los lectores y no con los seguidores de un equipo. Florentino Pérez ha desmentido la información, porque se debe a sus socios, debe transmitir unidad y ha decidido poner pie en pared. Los jugadores, a los pies de los caballos tras la información de Marca, se han posicionado: tienen un buen cabreo - no es para menos-, apoyan a su entrenador, respetan su principio de autoridad y quieren encontrar al filtrador o filtradores que les han señalado. Mourinho, el nudo gordiano de la situación, hará lo que tiene que hacer: seguir si confía en la versión de sus jugadores y hacer las maletas si entiende que no le soportan, como se ha publicado. Y con el paso del tiempo, serán los tribunales de justicia los que hagan lo que tienen que hacer. Decidir quién miente, si miente Marca o si miente el Real Madrid. Guión previsto.
Ruido, ruido, ruido. Bien por incendios internos o por externos, por errores propios o ajenos, no hay día de paz para el Real Madrid. A un incendio le sobreviene otro. Gane, pierda o empate. El ambiente se ha encanallado, todos sospechan de todos y el ruido que envuelve al club es insoportable. Cerrará la temporada con doblete, con un título o con un año en blanco. La batalla de la imagen ya la ha perdido y nunca acaba por rebajarse el nivel de decibelios. La rutina del ruido ha erradicado el debate futbolístico. De tal guisa que en el Madrid se habla absolutamente de todo, menos de fútbol. Mal negocio y peor arreglo para quienes han contribuido a generarlo y amplificarlo. Prensa, presidente, entrenador y jugadores. En el orden que ustedes quieran. El caso es que el ruido cada vez es mayor y el Madrid cada vez más pequeño. Así que, como dice la letra de la canción del maestro Joaquín Sabina, al final habrá tanto ruido que no podrán oír el final.
Rubén Uría