titojose54
28/11/2012, 13:25
Los blanquivioletas, plagados de suplentes, ofrecen un pésimo partido ante el Betis.
Adiós a la Copa del Rey y adiós a las oportunidades para algunos de los suplentes. Djukic presentó un conjunto plagado de hombres poco habituales y el partido fue un compendio de imprecisiones, pases al aire y errores. El 3-0 final no hace justicia tampoco a un Betis que hizo lo imprescindible para superar la eliminatoria. Marcó tres goles en tres jugadas puntuales y por lo demás mantuvo una dura pugna con los blanquivioletas por cometer errores. Los suplentes del Real Valladolid hicieron gala a su condición y la entidad se queda sin una de las competiciones que más gusta a la afición. El único pero es que la imagen ofrecida en Sevilla deja mucho que desear con respecto a la idea que Djukic dice marcar a su equipo en esta temporada.
Saltó el Real Valladolid al Benito Villamarín con un equipo netamente de Copa, o lo que es lo mismo, con un equipo plagado de habituales suplentes. Ni siquiera la defensa, uno de los pilares del equipo de Djukic, se salvó de los cambios. Rukavina, afectado de una gastroenteritis dejaba su puesto a Víctor Pérez. Rueda, Peña y Balenziaga eran los escuderos de un Jaime que se mostró muy seguro bajo los palos. Bueno, Sastre, Baraja y Rubén Peña formaban un peculiar centro del campo con Neira como enganche y Guerra de punta de ataque. Sin lugar a dudas un equipo obligado por las circunstancias coperas. Y no le fue mal al conjunto blanquivioleta. Firme en defensa, los hombres de Djukic contuvieron sin excesivos problemas los intentos béticos por igualar el marcador favorable de Zorrilla. En los primeros minutos, el Betis lo intentó en un par de ocasiones por su banda izquierda, aprovechando la desubicación de Víctor Pérez, pero el jugador albaceteño enseguida puso orden en su banda y cerró el grifo de las internadas verdiblancas.
Pero si bien los blanquivioletas se mantenían firmes en defensa, la cuestión del ataque debaja bastante que desear. El equipo no conseguía tocar el balón lo suficiente como para llegar a las inmediaciones de Casto. El centro del campo de Djukic no ofrecía la suficiente precisión como para superar la línea defensiva local. Y eso que en cuanto el Real Valladolid se aplicaba un poco en velocidad y pasaba el balón con criterio se aseguró las mejores opciones del partido, aunque sin llegar a rematar ninguna de ellas. Se llegaba bien al área bética, se internaba, se centraba, pero el Betis despejaba.
Y cuando más anodino iba el encuentro, en el primer córner bético, el central Amaya, marcado por Guerra, rozó un balón que acabó en las mallas de Jaime. El 1-0 que igualaba la eliminatoria en una jugada a balón parado. Ni siquiera Jaime había tenido hasta entonces, como en toda la primera mitad, que intervenir en remate alguno, pero el Betis ya había logrado el empate en el minuto 26.
Un gol bien anulado al Betis por falta previa de Molina fue todo lo que dio de sí el partido hasta el descanso. Y también un par de jugadas blanquivioletas en las que el balón llegó con fluidez hasta el área y después de perdió por falta de remate.
Tras el paso por el vestuario, las cosas apenas cambiaron. Unicamente el Betis movió ficha y dio entrada a Beñat para canalizar el juego verdiblanco, pero la situación sobre el césped era la misma. Un Betis que no podía y un Valladolid que solo se defendía. Pepe Mel se vio obligado a poner más carne en el asador y sacó a Vadillo por un desaparecido Agra. Y el recién llegado, como quien no sabe de qué iba el partido, se decide aliarse con Rubén Castro en una doble pared, que acaba con un espléndido gol bético (2-0). Era su primer balón y Vadillo se escapó de Sastre, Rubén Peña y Víctor Pérez. La eliminatoria esta ya en manos del Betis. Djukic decidió los cambios y solo él sabe por qué los hizo. Bueno siguió en el terreno de juego fallando absolutamente todo lo que tocó. Omar y Lolo salieron por Neira y Rubén Peña, pero el equipo ni lo notó. Salvo en un disparo de Omar que Casto salvó in extremis.
Los minutos pasaban sin que los de Pucela fuesen capaces de llegar siquiera el área bética. Cualquier diría incluso que eran los béticos los que necesitaban más goles. Sin hacer siquiera un mediocre partido, los de Pepe Mel se adueñaron del ritmo y del juego. El Pucela se convirtió en una caricatura de equipo incapaz de pasarse el balón y el Betis esperó una contra. Y la encontró a falta de cinco minutos, justo en el momento en el que el Real Valladolid se decidió a irse un poco más arriba. De nuevo Vadillo progresó por la banda que defendía Víctor Pérez hasta la línea de fondo y esta vez fue Rueda el encargado de rematar en la propia portería (3-0).
No había tiempo para más. El Valladolid tiró la Copa en el Benito Villamarín en un partido malo de solemnidad en el que el Betis se limitó a hacer lo mínimo imprescindible para seguir en competición.
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Baraja pelea un balón durante el encuentro de vuelta de los dieciseisavos de final frente al Betis.
Adiós a la Copa del Rey y adiós a las oportunidades para algunos de los suplentes. Djukic presentó un conjunto plagado de hombres poco habituales y el partido fue un compendio de imprecisiones, pases al aire y errores. El 3-0 final no hace justicia tampoco a un Betis que hizo lo imprescindible para superar la eliminatoria. Marcó tres goles en tres jugadas puntuales y por lo demás mantuvo una dura pugna con los blanquivioletas por cometer errores. Los suplentes del Real Valladolid hicieron gala a su condición y la entidad se queda sin una de las competiciones que más gusta a la afición. El único pero es que la imagen ofrecida en Sevilla deja mucho que desear con respecto a la idea que Djukic dice marcar a su equipo en esta temporada.
Saltó el Real Valladolid al Benito Villamarín con un equipo netamente de Copa, o lo que es lo mismo, con un equipo plagado de habituales suplentes. Ni siquiera la defensa, uno de los pilares del equipo de Djukic, se salvó de los cambios. Rukavina, afectado de una gastroenteritis dejaba su puesto a Víctor Pérez. Rueda, Peña y Balenziaga eran los escuderos de un Jaime que se mostró muy seguro bajo los palos. Bueno, Sastre, Baraja y Rubén Peña formaban un peculiar centro del campo con Neira como enganche y Guerra de punta de ataque. Sin lugar a dudas un equipo obligado por las circunstancias coperas. Y no le fue mal al conjunto blanquivioleta. Firme en defensa, los hombres de Djukic contuvieron sin excesivos problemas los intentos béticos por igualar el marcador favorable de Zorrilla. En los primeros minutos, el Betis lo intentó en un par de ocasiones por su banda izquierda, aprovechando la desubicación de Víctor Pérez, pero el jugador albaceteño enseguida puso orden en su banda y cerró el grifo de las internadas verdiblancas.
Pero si bien los blanquivioletas se mantenían firmes en defensa, la cuestión del ataque debaja bastante que desear. El equipo no conseguía tocar el balón lo suficiente como para llegar a las inmediaciones de Casto. El centro del campo de Djukic no ofrecía la suficiente precisión como para superar la línea defensiva local. Y eso que en cuanto el Real Valladolid se aplicaba un poco en velocidad y pasaba el balón con criterio se aseguró las mejores opciones del partido, aunque sin llegar a rematar ninguna de ellas. Se llegaba bien al área bética, se internaba, se centraba, pero el Betis despejaba.
Y cuando más anodino iba el encuentro, en el primer córner bético, el central Amaya, marcado por Guerra, rozó un balón que acabó en las mallas de Jaime. El 1-0 que igualaba la eliminatoria en una jugada a balón parado. Ni siquiera Jaime había tenido hasta entonces, como en toda la primera mitad, que intervenir en remate alguno, pero el Betis ya había logrado el empate en el minuto 26.
Un gol bien anulado al Betis por falta previa de Molina fue todo lo que dio de sí el partido hasta el descanso. Y también un par de jugadas blanquivioletas en las que el balón llegó con fluidez hasta el área y después de perdió por falta de remate.
Tras el paso por el vestuario, las cosas apenas cambiaron. Unicamente el Betis movió ficha y dio entrada a Beñat para canalizar el juego verdiblanco, pero la situación sobre el césped era la misma. Un Betis que no podía y un Valladolid que solo se defendía. Pepe Mel se vio obligado a poner más carne en el asador y sacó a Vadillo por un desaparecido Agra. Y el recién llegado, como quien no sabe de qué iba el partido, se decide aliarse con Rubén Castro en una doble pared, que acaba con un espléndido gol bético (2-0). Era su primer balón y Vadillo se escapó de Sastre, Rubén Peña y Víctor Pérez. La eliminatoria esta ya en manos del Betis. Djukic decidió los cambios y solo él sabe por qué los hizo. Bueno siguió en el terreno de juego fallando absolutamente todo lo que tocó. Omar y Lolo salieron por Neira y Rubén Peña, pero el equipo ni lo notó. Salvo en un disparo de Omar que Casto salvó in extremis.
Los minutos pasaban sin que los de Pucela fuesen capaces de llegar siquiera el área bética. Cualquier diría incluso que eran los béticos los que necesitaban más goles. Sin hacer siquiera un mediocre partido, los de Pepe Mel se adueñaron del ritmo y del juego. El Pucela se convirtió en una caricatura de equipo incapaz de pasarse el balón y el Betis esperó una contra. Y la encontró a falta de cinco minutos, justo en el momento en el que el Real Valladolid se decidió a irse un poco más arriba. De nuevo Vadillo progresó por la banda que defendía Víctor Pérez hasta la línea de fondo y esta vez fue Rueda el encargado de rematar en la propia portería (3-0).
No había tiempo para más. El Valladolid tiró la Copa en el Benito Villamarín en un partido malo de solemnidad en el que el Betis se limitó a hacer lo mínimo imprescindible para seguir en competición.
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Baraja pelea un balón durante el encuentro de vuelta de los dieciseisavos de final frente al Betis.