HalaMadrid
12/07/2012, 00:58
José Mourinho aprecia a los jugadores con carácter. Los prefiere incluso cuando le desafían o cuando le amenazan. Intuye que, si reúnen suficiente valor para enfrentarse a él, también serán valientes en la cancha. Se inclina por ellos aun cuando al hacerlo perjudique a otros que se muestran obsecuentes y lisonjeros con su autoridad. Es el caso de Granero, amigo del técnico y que nunca juega. Y es el caso de Lass Diarra, que el pasado verano advirtió al entrenador que si no le traspasaba le presionaría por todos los medios.
Tiene despliegue, instinto defensivo, recupera balones en poco más de 10 minutos y es propio de él el don de la versatilidad.
Lass se pasó el verano en rebeldía. Le dijo a Mourinho que no contara más con él y exigió al Madrid que cumpliera su parte del pacto verbal al que había llegado con Jorge Valdano, a la sazón director general, en la Navidad de 2010. Entonces, el francés actuó con esa dignidad ceremoniosa propia de ciertos futbolistas: se comprometió de palabra a ser un leal súbdito de la empresa hasta junio a cambio de que le facilitaran la salida abaratando su pase. Quería dejar el club. Decía que no soportaba a Mourinho, a quien conocía desde su época en el Chelsea. Insistía en que estaba harto de sus vanas promesas de darle protagonismo. Le oían rumiar cosas del tipo: "Que se quede con su amigo Khedira".
Cuando el equipo regresó de Los Ángeles, el hombre estaba tan desencantado con todo que se marchó a París y ahí permaneció dos semanas protestando porque el Madrid no le traspasaba. Lejos de darse por enterado cuando Lass le insultaba por teléfono, Mourinho le mandó mensajes diciéndole que le necesitaría. Que jugaría muchos partidos. Que no se marchara a otro club. Cuando Mourinho se autodefine como un "pragmático", se refiere a este tipo de cosas.
Lass, en el fondo, sigue siendo un sedicioso que va por los pasillos de Valdebebas murmurando cosas de Mourinho: "Yo le conozco bien". Tiene 27 años, pero Benzema y Varane le siguen como a un profeta. Los demás le respetan. Mourinho, también.
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Tiene despliegue, instinto defensivo, recupera balones en poco más de 10 minutos y es propio de él el don de la versatilidad.
Lass se pasó el verano en rebeldía. Le dijo a Mourinho que no contara más con él y exigió al Madrid que cumpliera su parte del pacto verbal al que había llegado con Jorge Valdano, a la sazón director general, en la Navidad de 2010. Entonces, el francés actuó con esa dignidad ceremoniosa propia de ciertos futbolistas: se comprometió de palabra a ser un leal súbdito de la empresa hasta junio a cambio de que le facilitaran la salida abaratando su pase. Quería dejar el club. Decía que no soportaba a Mourinho, a quien conocía desde su época en el Chelsea. Insistía en que estaba harto de sus vanas promesas de darle protagonismo. Le oían rumiar cosas del tipo: "Que se quede con su amigo Khedira".
Cuando el equipo regresó de Los Ángeles, el hombre estaba tan desencantado con todo que se marchó a París y ahí permaneció dos semanas protestando porque el Madrid no le traspasaba. Lejos de darse por enterado cuando Lass le insultaba por teléfono, Mourinho le mandó mensajes diciéndole que le necesitaría. Que jugaría muchos partidos. Que no se marchara a otro club. Cuando Mourinho se autodefine como un "pragmático", se refiere a este tipo de cosas.
Lass, en el fondo, sigue siendo un sedicioso que va por los pasillos de Valdebebas murmurando cosas de Mourinho: "Yo le conozco bien". Tiene 27 años, pero Benzema y Varane le siguen como a un profeta. Los demás le respetan. Mourinho, también.
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