Minorisa
30/03/2012, 18:35
LA ÚLTIMALa madre de todas las batallas
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Emilio Pérez de Rozas| 30.03.2012 | 04:05h
Hace tiempo que se dijo, incluso fue públicamente reconocido por el propio Pep Guardiola y sus chicos, que el mayor problema del Barça excelente es que es un equipo que pelea contra su historia, contra sus logros, contra su fútbol más, mucho más, que contra su vitrina.
Eso significa muchas cosas, entre otras que, comparado consigo mismo, el Barça siempre les parece poco a todos, seguidores y adversarios. Al Barça, cuando no juega de 10, cuando no vence 0-5 o 5-0, le llueven los palos y aparecen quienes aseguran que ha perdido la forma, que ya no es lo que era, que le falta chispa, que empieza a aburrir, que está en declive, vamos.
Pero, mira por dónde, sigue ahí, habiendo ganado los tres títulos que se han puesto en juego hasta ahora y persiguiendo, en muy buenas condiciones (sí, sí, también en la Liga), los tres que restan. Ese vestuario, contrariamente a lo que muchos creen, se mantiene unido y su fútbol continúa marcando estilo y alargando esta época dorada. Buena parte de los mejores partidos, medias partes y hasta cuartos de hora de esta temporada siguen siendo del Barça. No son del Real Madrid, ni del Manchester United, ni del City, ni del Bayern, ni, por supuesto, del Milan.
De ahí que para muchos siga siendo inútil y, probablemente, agotador, tratar de zarandear a ese equipo en un intento desesperado de que entre en crisis. La última moda no es solo poner el campo impracticable o decir que Guardiola ya ha matriculado a sus hijos en un colegio londinense; no, no, también se arma la marimorena cuando Messi abronca a Tello (“¡Qué vergüenza! ¡En ese vestuario reina la desunión!”), se clama al cielo porque Cesc es suplente en San Siro o porque, ¡dónde se ha visto!, Alexis le ha quitado el sitio a Pedrito.
Como la intención es sembrar la duda en el campeón, todo vale. Y vale para todos, pues las flechas proceden de todos los frentes, no solo de los medios de comunicación de Madrid, que llevan años apuntándose a la teoría del cambio de ciclo sin que, de momento, hayan logrado más que una Copa del Rey, que, encima, rodó por los suelos al caérselo a Sergio Ramos del autobús. El último en apuntarse a la teoría ha sido el exmadridista Clarence Seedorf, que, tras arrancar un heroico empate a cero, muy del Milan, ha anunciado, eso sí, “ con todo el respeto del mundo hacia el Barça”, que “son los mejores, pero los ciclos no duran toda la vida, algún día se acaban”.
Quién sabe si cuando Guardiola se refiere a que “el partido de vuelta será terrible”, se refiere a esas cosas, a ese comentario. Los han provocado, los siguen provocando. Y, me temo, que recibirán su merecido. Como hasta ahora. Es lo que tiene enfadar a Guardiola. Y a Messi. Y a Xavi. Y a Iniesta. Y a Cesc. Y a Puyol. Y a Valdés.
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Emilio Pérez de Rozas| 30.03.2012 | 04:05h
Hace tiempo que se dijo, incluso fue públicamente reconocido por el propio Pep Guardiola y sus chicos, que el mayor problema del Barça excelente es que es un equipo que pelea contra su historia, contra sus logros, contra su fútbol más, mucho más, que contra su vitrina.
Eso significa muchas cosas, entre otras que, comparado consigo mismo, el Barça siempre les parece poco a todos, seguidores y adversarios. Al Barça, cuando no juega de 10, cuando no vence 0-5 o 5-0, le llueven los palos y aparecen quienes aseguran que ha perdido la forma, que ya no es lo que era, que le falta chispa, que empieza a aburrir, que está en declive, vamos.
Pero, mira por dónde, sigue ahí, habiendo ganado los tres títulos que se han puesto en juego hasta ahora y persiguiendo, en muy buenas condiciones (sí, sí, también en la Liga), los tres que restan. Ese vestuario, contrariamente a lo que muchos creen, se mantiene unido y su fútbol continúa marcando estilo y alargando esta época dorada. Buena parte de los mejores partidos, medias partes y hasta cuartos de hora de esta temporada siguen siendo del Barça. No son del Real Madrid, ni del Manchester United, ni del City, ni del Bayern, ni, por supuesto, del Milan.
De ahí que para muchos siga siendo inútil y, probablemente, agotador, tratar de zarandear a ese equipo en un intento desesperado de que entre en crisis. La última moda no es solo poner el campo impracticable o decir que Guardiola ya ha matriculado a sus hijos en un colegio londinense; no, no, también se arma la marimorena cuando Messi abronca a Tello (“¡Qué vergüenza! ¡En ese vestuario reina la desunión!”), se clama al cielo porque Cesc es suplente en San Siro o porque, ¡dónde se ha visto!, Alexis le ha quitado el sitio a Pedrito.
Como la intención es sembrar la duda en el campeón, todo vale. Y vale para todos, pues las flechas proceden de todos los frentes, no solo de los medios de comunicación de Madrid, que llevan años apuntándose a la teoría del cambio de ciclo sin que, de momento, hayan logrado más que una Copa del Rey, que, encima, rodó por los suelos al caérselo a Sergio Ramos del autobús. El último en apuntarse a la teoría ha sido el exmadridista Clarence Seedorf, que, tras arrancar un heroico empate a cero, muy del Milan, ha anunciado, eso sí, “ con todo el respeto del mundo hacia el Barça”, que “son los mejores, pero los ciclos no duran toda la vida, algún día se acaban”.
Quién sabe si cuando Guardiola se refiere a que “el partido de vuelta será terrible”, se refiere a esas cosas, a ese comentario. Los han provocado, los siguen provocando. Y, me temo, que recibirán su merecido. Como hasta ahora. Es lo que tiene enfadar a Guardiola. Y a Messi. Y a Xavi. Y a Iniesta. Y a Cesc. Y a Puyol. Y a Valdés.