agus
30/01/2012, 12:33
Este cuento se ha acabado
Un nuevo experimento de Preciado se salda con una goleada indignante ante una discreta Real y deja al entrenador al borde de la destituciónVÍCTOR RIVERA
Casi da lástima ver cómo se emponzoña una historia tan bonita. Preciado llegó hace seis años a un club triste, resignado a deambular por la Segunda División y agonizando en la parcela económica. Le devolvió la sonrisa a medida que cumplía objetivos: un ascenso, tres permanencias, una victoria en el Santiago Bernabeu... y el sportinguismo lo convirtió en leyenda. Como a todas las historias de amor, a ésta la marchitó la rutina. Incapaces de tomar la decisión de separarse, club y entrenador prolongaron su romance mucho más allá de lo que aconsejaba la prudencia. A Preciado le sobró esta última temporada y todo apunta a que la goleada recibida ayer en Anoeta, ante una gris Real Sociedad, puede ser el triste desenlace a una etapa feliz para el sportinguismo.
El Sporting comenzó a perder el partido de ayer en el mismo momento en el que Preciado decidió jugársela con una alineación estrambótica. Prescindió de Lora y Botía, suprimió el trivote y recuperó a Carmelo del baúl de los recuerdos. El cántabro ya había desafiado otras veces al destino con piruetas imposibles, como aquella memorable tarde de Santander en la que descubrió a Nacho Cases con varios años de retraso. La temporada pasada, al técnico le salvó Diego Castro, su pupilo más fiel y más implicado con la causa, hasta en tres ocasiones, pero ayer, en una fría y lluviosa tarde en San Sebastián, no quedaba libre ningún clavo ardiendo al que agarrarse.
Hasta los más acérrimos defensores del entrenador cántabro, aquéllos que siempre afearon las críticas de los que nadaban a contracorriente, se han quedado ya sin argumentos. Nadie puede defender la alineación con la que el Sporting compareció para jugarse la vida ante un rival directo. No se entiende prescindir de Lora y Botía, ni ese empecinamiento en sacrificar a De las Cuevas, que ayer marcó un gol que dio vida al Sporting en el primer minuto que jugó como mediapunta en toda la temporada. Más allá de la selección de futbolistas, el Sporting es un equipo vacío, irreconocible en su juego. Lo peor para el sportinguismo es que su equipo no tiene un plan de emergencia. Pasan los partidos y se repite el discurso, sin ningún viso de solución. El famoso barro llega ya hasta las rodillas.
Un nuevo experimento de Preciado se salda con una goleada indignante ante una discreta Real y deja al entrenador al borde de la destituciónVÍCTOR RIVERA
Casi da lástima ver cómo se emponzoña una historia tan bonita. Preciado llegó hace seis años a un club triste, resignado a deambular por la Segunda División y agonizando en la parcela económica. Le devolvió la sonrisa a medida que cumplía objetivos: un ascenso, tres permanencias, una victoria en el Santiago Bernabeu... y el sportinguismo lo convirtió en leyenda. Como a todas las historias de amor, a ésta la marchitó la rutina. Incapaces de tomar la decisión de separarse, club y entrenador prolongaron su romance mucho más allá de lo que aconsejaba la prudencia. A Preciado le sobró esta última temporada y todo apunta a que la goleada recibida ayer en Anoeta, ante una gris Real Sociedad, puede ser el triste desenlace a una etapa feliz para el sportinguismo.
El Sporting comenzó a perder el partido de ayer en el mismo momento en el que Preciado decidió jugársela con una alineación estrambótica. Prescindió de Lora y Botía, suprimió el trivote y recuperó a Carmelo del baúl de los recuerdos. El cántabro ya había desafiado otras veces al destino con piruetas imposibles, como aquella memorable tarde de Santander en la que descubrió a Nacho Cases con varios años de retraso. La temporada pasada, al técnico le salvó Diego Castro, su pupilo más fiel y más implicado con la causa, hasta en tres ocasiones, pero ayer, en una fría y lluviosa tarde en San Sebastián, no quedaba libre ningún clavo ardiendo al que agarrarse.
Hasta los más acérrimos defensores del entrenador cántabro, aquéllos que siempre afearon las críticas de los que nadaban a contracorriente, se han quedado ya sin argumentos. Nadie puede defender la alineación con la que el Sporting compareció para jugarse la vida ante un rival directo. No se entiende prescindir de Lora y Botía, ni ese empecinamiento en sacrificar a De las Cuevas, que ayer marcó un gol que dio vida al Sporting en el primer minuto que jugó como mediapunta en toda la temporada. Más allá de la selección de futbolistas, el Sporting es un equipo vacío, irreconocible en su juego. Lo peor para el sportinguismo es que su equipo no tiene un plan de emergencia. Pasan los partidos y se repite el discurso, sin ningún viso de solución. El famoso barro llega ya hasta las rodillas.