titojose54
29/01/2012, 13:40
Muy espeso ante el Villarreal, no pasó del empate y queda a siete puntos del club blanco.
Al Barcelona se le escapó otro pedacito de Liga en Castellón, incapaz de mantener el ritmo que impone el club blanco en el torneo y flojísimo en una cita que evidenció sus problemas a domicilio. Empató a nada ante el Villarreal y se quedó o oscuras y sin ideas, únicamente activado por un arreón de amor propio al final para camuflar un mal partido. Siete puntos se antojan un mundo para un equipo sin margen, condenado siempre a una exhibición por sus entregas del pasado. Victorioso en la serie de clásicos coperos, se pierde sin remedio en la Liga.
Le salió respondón el Villarreal, enemigo con nombre al que le sonroja estar tan abajo en la tabla. Tiene otra cara desde que manda Molina, menos estresado el equipo que con Garrido, y corrió hasta el infinito para minimizar el talento de un Barcelona asfixiado. Van cayendo los jugadores de Guardiola, expuesto a una plantilla ya de por sí muy corta, y pesa tanto enero que el equipo sacó la lengua en El Madrigal, cargadísimas las piernas y borrosa la vista, con muchos jugadores en estado cuestionable. Sin alegría, rehaciéndose continuamente desde la pizarra, el Barça no se divirtió como acostumbra y pasó una mala noche.
Le condicionó el Villarreal, solidario en todas las acciones y más peligroso cuando asomaba por la zona de Valdés. Tuvo oportunidades el conjunto amarillo y se quedaron en suspiros porque una vez aparecía Mascherano en la línea de gol y otras el portero, que siempre tiene una sin que se le reconozca el mérito. Lleva una temporada excelente y se lució especialmente con un disparo de Senna para dejar todo como estaba antes del descanso. Lo mejor para el Barça, el resultado.
Se plantó con defensa de tres, movió Guardiola a todas sus fichas, improvisó con una medular diferente y el ataque quedó para Messi y dos laterales (Alves y Adriano) reconvertidos en extremos. La propuesta derivó en un juego lento, incapaz el Barça de superar la presión local y señalado atrás porque Piqué lleva días desententonando. No combinó bien, circuló sin ritmo ante el apagón de Xavi y hasta Messi se humanizó al fallar un gol que por norma acaba en festejo. Elevó el balón y quiso ajustar tanto que esta vez no tuvo premio. La velada exigía un cambio.
De buenas a primeras, Guardiola rectificó y sumó un zaguero más sin que hubiera mejoría, más bien todo lo contrario. El Villarreal se mantuvo igual o incluso más guapo, un pasito al frente sin reducir la marcha. Reclamó un penalti de Busquets que el otro Teixeira ignoró y le faltó creerse que podía, que al Barcelona se le gana. Por inercia, fue recogiéndose y el Barça entendió, por fin, que la Liga estaba en juego. Alexis, milagrosamente recuperado después de que se le diera por perdido para un par de semanas, aportó algo diferente y el equipo se desmelenó cuando entró Tello, hombre puro de banda con un desparpajo encomiable. Su primer aparición terminó con un disparo de Cesc desviado al larguero por un genial Diego López, igual de decisivo en un tiro de Messi. La necesidad mejoró al Barça, pero no bastó.
Pero estariamos hablando de otras cosas si el balón de la vaselina de Messi llega a entrar, o a Tello no le agarra el jugador amarillo y logra marmcar el 0-1.
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Messi se lamenta tras una clara ocasión perdida.
Al Barcelona se le escapó otro pedacito de Liga en Castellón, incapaz de mantener el ritmo que impone el club blanco en el torneo y flojísimo en una cita que evidenció sus problemas a domicilio. Empató a nada ante el Villarreal y se quedó o oscuras y sin ideas, únicamente activado por un arreón de amor propio al final para camuflar un mal partido. Siete puntos se antojan un mundo para un equipo sin margen, condenado siempre a una exhibición por sus entregas del pasado. Victorioso en la serie de clásicos coperos, se pierde sin remedio en la Liga.
Le salió respondón el Villarreal, enemigo con nombre al que le sonroja estar tan abajo en la tabla. Tiene otra cara desde que manda Molina, menos estresado el equipo que con Garrido, y corrió hasta el infinito para minimizar el talento de un Barcelona asfixiado. Van cayendo los jugadores de Guardiola, expuesto a una plantilla ya de por sí muy corta, y pesa tanto enero que el equipo sacó la lengua en El Madrigal, cargadísimas las piernas y borrosa la vista, con muchos jugadores en estado cuestionable. Sin alegría, rehaciéndose continuamente desde la pizarra, el Barça no se divirtió como acostumbra y pasó una mala noche.
Le condicionó el Villarreal, solidario en todas las acciones y más peligroso cuando asomaba por la zona de Valdés. Tuvo oportunidades el conjunto amarillo y se quedaron en suspiros porque una vez aparecía Mascherano en la línea de gol y otras el portero, que siempre tiene una sin que se le reconozca el mérito. Lleva una temporada excelente y se lució especialmente con un disparo de Senna para dejar todo como estaba antes del descanso. Lo mejor para el Barça, el resultado.
Se plantó con defensa de tres, movió Guardiola a todas sus fichas, improvisó con una medular diferente y el ataque quedó para Messi y dos laterales (Alves y Adriano) reconvertidos en extremos. La propuesta derivó en un juego lento, incapaz el Barça de superar la presión local y señalado atrás porque Piqué lleva días desententonando. No combinó bien, circuló sin ritmo ante el apagón de Xavi y hasta Messi se humanizó al fallar un gol que por norma acaba en festejo. Elevó el balón y quiso ajustar tanto que esta vez no tuvo premio. La velada exigía un cambio.
De buenas a primeras, Guardiola rectificó y sumó un zaguero más sin que hubiera mejoría, más bien todo lo contrario. El Villarreal se mantuvo igual o incluso más guapo, un pasito al frente sin reducir la marcha. Reclamó un penalti de Busquets que el otro Teixeira ignoró y le faltó creerse que podía, que al Barcelona se le gana. Por inercia, fue recogiéndose y el Barça entendió, por fin, que la Liga estaba en juego. Alexis, milagrosamente recuperado después de que se le diera por perdido para un par de semanas, aportó algo diferente y el equipo se desmelenó cuando entró Tello, hombre puro de banda con un desparpajo encomiable. Su primer aparición terminó con un disparo de Cesc desviado al larguero por un genial Diego López, igual de decisivo en un tiro de Messi. La necesidad mejoró al Barça, pero no bastó.
Pero estariamos hablando de otras cosas si el balón de la vaselina de Messi llega a entrar, o a Tello no le agarra el jugador amarillo y logra marmcar el 0-1.
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Messi se lamenta tras una clara ocasión perdida.