titojose54
22/09/2011, 14:26
El colombiano vuelve a conducir a su equipo a una convincente victoria ante el Sporting.
El Atlético vive en su paraíso de septiembre. Ha aparcado la versión racial, el contragolpe y todos los estereotipos de su pasado y disfruta ahora con el caviar. En el Manzanares también había espacio para el mantel de lino y los cubiertos de plata. Otros cuatro goles y otro balón para la colección de Falcao. El colombiano desplegó un partido monumental. Se empleó con una jerarquía absoluta que impregnó el juego desde su posición de delantero. Hizo dos goles, casi tres, y le anularon otro. El Calderón se ha entregado a su colombiano.
Si el fútbol es un estado de ánimo, el Atlético viaja en el globo del entusiasmo colectivo. Una corriente contagiosa traspasa cada poro de la entidad y penetra en futbolistas, aficionados y dirigentes. Tocado por la varita de un fútbol en fase activa que no se recuerda desde tiempo inmemorial, todo suena fino en el Calderón.
Fluye incluso por encima del tradicional pesimismo del club, según el cual cualquier china en el camino se transformaba en un alud de arena y barro. Se lesionó Diego, el capitán América en este tramo de ilusión, y Manzano, el entrenador que no generó ninguna adhesión fervorosa en su puesta de largo, no pecó de timorato o miedoso. Todo lo contrario. Siguió con su plan, que ayer consistió en dar descanso a los jugadores del centro del campo. Sin Diego, sin Reyes, sin Mario Suárez y sin Tiago, el Atlético también funcionó.
El Sporting lució aspecto fatigado, más por su irregular arranque de Liga que por otra cosa, y el Atlético se echó encima de su enemigo con una determinación olvidada en el Manzanares. No estaba Diego, pero repartió juego Gabi, se multiplicó Assunsao, navegó eficaz Koke y mostró destellos Salvio, aquel futbolista que llegó envuelto en ruina.
Lo demás corrió por cuenta de Falcao. En época de reencuentros con el pasado, la memoria de la afición colchonera no alcanza a recordar un delantero tan apabullante. El colombiano lo engancha todo, llega a todo, lo remata todo... Cualquier córner terminó en su cabeza, su pierna, su empeine. Tiene un imán para capturar el balón cuando sobrevuela por el área. Y por ahí entendió su equipo que se gestionaba el salvoconducto. Jugó muy bien Falcao, un futbolista colosal en el desmarque y con un talento superior para el remate de cabeza.
A Falcao le hizo penalti Botía y le anuló Iturralde un gol legal en un salto limpio con Cuéllar. Para la defensa gijonesa fue excesiva su actividad y cedió en el minuto 27. El delantero cazó al vuelo otro córner y de su agilidad nació el gol. Lora empujó el tiro a su portería. La presencia del sudamericano proporciona más registros al juego del Atlético. Ahora los laterales tienen vida porque alguien espera al otro lado del pase.
La consistencia de la defensa, en especial por el centro con Domínguez y Miranda, anuló la escasa reacción del Sporting. Todo lo demás perteneció a Falcao. Domínguez consiguió el segundo con el colombiano merodeando por allí y la fiesta se cerró con dos goles más del nuevo ídolo del Calderón. Un recorte en jugada personal y un cabezazo espectacular, poderoso que enardeció a la grada. Forlán y el Kun son historia a la orilla del río.
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Falcao ha marcado cinco goles en dos partidos.
El Atlético vive en su paraíso de septiembre. Ha aparcado la versión racial, el contragolpe y todos los estereotipos de su pasado y disfruta ahora con el caviar. En el Manzanares también había espacio para el mantel de lino y los cubiertos de plata. Otros cuatro goles y otro balón para la colección de Falcao. El colombiano desplegó un partido monumental. Se empleó con una jerarquía absoluta que impregnó el juego desde su posición de delantero. Hizo dos goles, casi tres, y le anularon otro. El Calderón se ha entregado a su colombiano.
Si el fútbol es un estado de ánimo, el Atlético viaja en el globo del entusiasmo colectivo. Una corriente contagiosa traspasa cada poro de la entidad y penetra en futbolistas, aficionados y dirigentes. Tocado por la varita de un fútbol en fase activa que no se recuerda desde tiempo inmemorial, todo suena fino en el Calderón.
Fluye incluso por encima del tradicional pesimismo del club, según el cual cualquier china en el camino se transformaba en un alud de arena y barro. Se lesionó Diego, el capitán América en este tramo de ilusión, y Manzano, el entrenador que no generó ninguna adhesión fervorosa en su puesta de largo, no pecó de timorato o miedoso. Todo lo contrario. Siguió con su plan, que ayer consistió en dar descanso a los jugadores del centro del campo. Sin Diego, sin Reyes, sin Mario Suárez y sin Tiago, el Atlético también funcionó.
El Sporting lució aspecto fatigado, más por su irregular arranque de Liga que por otra cosa, y el Atlético se echó encima de su enemigo con una determinación olvidada en el Manzanares. No estaba Diego, pero repartió juego Gabi, se multiplicó Assunsao, navegó eficaz Koke y mostró destellos Salvio, aquel futbolista que llegó envuelto en ruina.
Lo demás corrió por cuenta de Falcao. En época de reencuentros con el pasado, la memoria de la afición colchonera no alcanza a recordar un delantero tan apabullante. El colombiano lo engancha todo, llega a todo, lo remata todo... Cualquier córner terminó en su cabeza, su pierna, su empeine. Tiene un imán para capturar el balón cuando sobrevuela por el área. Y por ahí entendió su equipo que se gestionaba el salvoconducto. Jugó muy bien Falcao, un futbolista colosal en el desmarque y con un talento superior para el remate de cabeza.
A Falcao le hizo penalti Botía y le anuló Iturralde un gol legal en un salto limpio con Cuéllar. Para la defensa gijonesa fue excesiva su actividad y cedió en el minuto 27. El delantero cazó al vuelo otro córner y de su agilidad nació el gol. Lora empujó el tiro a su portería. La presencia del sudamericano proporciona más registros al juego del Atlético. Ahora los laterales tienen vida porque alguien espera al otro lado del pase.
La consistencia de la defensa, en especial por el centro con Domínguez y Miranda, anuló la escasa reacción del Sporting. Todo lo demás perteneció a Falcao. Domínguez consiguió el segundo con el colombiano merodeando por allí y la fiesta se cerró con dos goles más del nuevo ídolo del Calderón. Un recorte en jugada personal y un cabezazo espectacular, poderoso que enardeció a la grada. Forlán y el Kun son historia a la orilla del río.
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Falcao ha marcado cinco goles en dos partidos.