balansiya
30/08/2011, 12:28
El sábado, el partido, las emociones, las cagadas defensivas y el festival de Soldado, eclipsaron lo más importante que sucedió aquella noche.
Por fin (y qué necesario era), el Valencia le hizo un reconocimiento a Héctor Cúper. No tanto Mestalla, que no sabía del acto, pero de verdad que yo agradecí mucho que el club lo hiciera.
Porque ese hombre fue el que puso en el club el germen de ser competitivo a gran escala. Ese hombre hizo a Gerard parecer un crack mundial contra el Lazio, hizo a Farinós objeto de deseo de todo Milán, por no hablar de en qué ayudó a convertirse al Kily González, al Piojo López, y por encima de todos a Gaizka Mendieta.
Fuera de este club, ninguno de ellos fue ni la sombra de lo que habían sido aquí. Y eso no es casualidad. Cúper tuvo mucho que ver.
Aquel equipo no tenía grandes cracks, aunque Mendieta jugara a un nivel que mereciera ser considerado como tal (ganó 2 años seguidos el título de mejor centrocampista de la Champions), y el Piojo estuviera cerca de serlo. Pero se armó en torno a una idea (amarrategui en muchas ocasiones), que dotó al Valencia de un sentido de competición y de labor defensiva del que Benítez supo sacar provecho después.
Era un homenaje necesario por muchos motivos. Pero sólo uno basta para comprenderlo: es el único entrenador de toda la historia del club que le ha llevado a jugar EL PARTIDO. El que todos sueñan jugar o que su equipo juegue. Y no una, sino dos veces. El tercer equipo de España que más veces lo ha jugado. Eso tiene un valor enorme. Tanto, que es muy simple quedarse con el dato de que no lo logró ganar ninguna de las 2 veces, un error que medio Mestalla cometió durante algunos años. El segundo de ellos, por ejemplo, se perdió por un detalle. Por nada más que eso. Siendo amarrategui y todo como era.
Yo siempre le estaré agradecido. Me hizo ver lo que nunca creí: a mi equipo jugando un partido con la orejona esperando para ser recogida a pocos metros de la línea de banda. Y eso sólo 14 años después del desastre del 86 (descenso). Pero además logró otra cosa: hacerme creer que se puede volver a jugar una tercera vez, y si los detalles esa vez acompañan, ganarla. Hasta Cúper, eso era impensable por aquí, era como pensar en viajar en el Enterprise con el capitán Kirk.
Muchas gracias, señor Cúper. Por todo. Y perdone a los que le zarandearon el coche en las afueras de Mestalla con usted dentro por jugar a algo que a ellos no les gustaba. Y también a los que le condenaron por sufrir un gol en el último minuto (de un crack que cobraba 1100 millones al año por hacer esas cosas) que nos dejaba fuera de la Champions vía Liga. Simplemente, no sabían lo que hacían. Hoy tienen 10 años más de edad, y aparte de madurar, han podido comparar en retrospectiva, y sentirán vergüenza de ellos mismos. Gracias a Dios que está usted vivo para poder decírselo ahora, no como con don Arturo Tuzón.
Por fin (y qué necesario era), el Valencia le hizo un reconocimiento a Héctor Cúper. No tanto Mestalla, que no sabía del acto, pero de verdad que yo agradecí mucho que el club lo hiciera.
Porque ese hombre fue el que puso en el club el germen de ser competitivo a gran escala. Ese hombre hizo a Gerard parecer un crack mundial contra el Lazio, hizo a Farinós objeto de deseo de todo Milán, por no hablar de en qué ayudó a convertirse al Kily González, al Piojo López, y por encima de todos a Gaizka Mendieta.
Fuera de este club, ninguno de ellos fue ni la sombra de lo que habían sido aquí. Y eso no es casualidad. Cúper tuvo mucho que ver.
Aquel equipo no tenía grandes cracks, aunque Mendieta jugara a un nivel que mereciera ser considerado como tal (ganó 2 años seguidos el título de mejor centrocampista de la Champions), y el Piojo estuviera cerca de serlo. Pero se armó en torno a una idea (amarrategui en muchas ocasiones), que dotó al Valencia de un sentido de competición y de labor defensiva del que Benítez supo sacar provecho después.
Era un homenaje necesario por muchos motivos. Pero sólo uno basta para comprenderlo: es el único entrenador de toda la historia del club que le ha llevado a jugar EL PARTIDO. El que todos sueñan jugar o que su equipo juegue. Y no una, sino dos veces. El tercer equipo de España que más veces lo ha jugado. Eso tiene un valor enorme. Tanto, que es muy simple quedarse con el dato de que no lo logró ganar ninguna de las 2 veces, un error que medio Mestalla cometió durante algunos años. El segundo de ellos, por ejemplo, se perdió por un detalle. Por nada más que eso. Siendo amarrategui y todo como era.
Yo siempre le estaré agradecido. Me hizo ver lo que nunca creí: a mi equipo jugando un partido con la orejona esperando para ser recogida a pocos metros de la línea de banda. Y eso sólo 14 años después del desastre del 86 (descenso). Pero además logró otra cosa: hacerme creer que se puede volver a jugar una tercera vez, y si los detalles esa vez acompañan, ganarla. Hasta Cúper, eso era impensable por aquí, era como pensar en viajar en el Enterprise con el capitán Kirk.
Muchas gracias, señor Cúper. Por todo. Y perdone a los que le zarandearon el coche en las afueras de Mestalla con usted dentro por jugar a algo que a ellos no les gustaba. Y también a los que le condenaron por sufrir un gol en el último minuto (de un crack que cobraba 1100 millones al año por hacer esas cosas) que nos dejaba fuera de la Champions vía Liga. Simplemente, no sabían lo que hacían. Hoy tienen 10 años más de edad, y aparte de madurar, han podido comparar en retrospectiva, y sentirán vergüenza de ellos mismos. Gracias a Dios que está usted vivo para poder decírselo ahora, no como con don Arturo Tuzón.