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titojose54
28/05/2011, 13:37
Wembley marcará la tendencia del equipo en las finales de la Copa de Europa, con tres victorias y tres derrotas.

Los postes de Berna, el gol de Koeman y el cabezazo de Messi en Roma marcan la historia del Barsa.

La de Hoy será la séptima final de la Copa de Europa en la historia del Barsa. Con esa antigua denominación, el equipo azulgrana perdió en sus dos primeras apariciones en la última ronda ante Benfica y Steaua en Berna 1961 (3-2) y Sevilla 1986 (0-0 p.p.), respectivamente. Dos choques dramáticos que acentuaron el victimismo azulgrana.
En Londres 1992, ante la Sampdoria (1-0), se rompió el gafe con la llegada de la liguilla, aunque en Atenas 1994 no hubo continuidad ante el Milan (4-0). En el siglo XXI cambió el signo del Barça, ya 'trionfant', con sus éxitos ante Arsenal (2-1) en París 2006 y Manchester United (2-0) en Roma 2009. En la media docena de partidos decisivos en Europa, tres títulos y tres finales perdidas. El desempate, en el regreso a Wembley.

Berna, 1961.

Los postes cuadrados.

Dicen que los postes dejaron de ser cuadrados para pasar a ser cilíndricos después de que el Barsa se estrellara ante ellos en aquella fatídica final ante el Benfica. Hasta tres veces repelieron los remates de Kocsis, Kubala, cuyo disparo golpeó en el derecho y en el izquierdo en una carambola cruel, y Czibor. Los de los dos primeros se produjeron con un 3-1 favorable al conjunto portugués en el marcador, mientras que el tercero hubiese supuesto el empate, pues el propio Czibor había logrado el definitivo 3-2 en el 75'. Culpar a la mala suerte de lo sucedido no tranquilizó la conciencia de un portero mítico como Ramallets, quien fue el protagonista negativo de la final.
Kocsis había marcado el 0-1 para un Barça majestuoso, con jugadores como Kubala y Luis Suárez, líderes de un equipo que eliminó por primera vez al equipo merengue en semifinales de la Copa de Europa, competición en la que los blancos habían conquistado las primeras cinco ediciones. A la fantasía de los dos citados se unía la calidad en el remate de Evaristo, Czibor y Kocsis, los dos últimos húngaros que maravillaron en el Mundial de 1954. El conjunto azulgrana, con Enrique Orizaola en el banquillo, se sentía favorito y el 0-1 en el 20' le dio la razón. Pero no fue la noche del guardameta catalán, hasta aquel día un seguro de vida. En dos minutos se le cayó el mundo encima.

Sevilla, 1986.

Duckadam y la huida de Schuster.

Veinticinco años tuvo que esperar el Barsa para volver a una final de la Copa de Europa. Y aunque lo hizo con un sufrimiento excesivo en semifinales (tuvo que remontar un 3-0 al Göteborg gracias a un hat-trick de Pichi Alonso y a los penaltis), todo el mundo apostó por aquel conjunto de Terry Venables porque la final se jugaba en el Sánchez Pizjuán, y el rival era el desconocido Steaua.
Al 'Pichón' se le anuló un gol, pero ya nadie se acuerda de aquello, porque tras el 0-0 en 120 minutos todo se resolvió en una tanda de penaltis tan humillante que nadie buscó excusas. El desaparecido Urruti, soberbio, detuvo los dos primeros lanzamientos, pero Duckadam también adivinó las intenciones de Alexanco y Pedraza, fallecido este año. Lacatus sí marcó el tercero, que fue el 1-0 porque Pichi Alonso volvió a rendirse ante Duckadam, quien también detuvo el último de Marcos tras el 2-0 de Balint. Adiós título. Cuatro penaltis fallados. No se pudo tirar ni el quinto. Y Schuster, sustituido antes de la prórroga, ya no se encontraba ni en el estadio, molesto con todo el mundo. Horrible.

Londres, 1992.

'Tintín' decide.

El Barsa no tardó tanto a volver a una final como la segunda vez, pero de nuevo llegaba al partido decisivo con una aureola de favoritismo que recordaba los dos precedentes. La Sampdoria italiana parecía la víctima segura a mano del 'Dream Team' de Johan Cruyff. No importaba que el experimentado Vujadin Boskov fuese su técnico o que Roberto Mancini y Vialli fuesen sus figuras. Era el Barsa del holandés, preciosista en su fútbol, con un trío de extranjeros de gran calidad como Koeman, Laudrup y Stoichkov. Como seis años antes, 0-0 en el minuto 90 y la prórroga. Pero esta vez sí se hizo la luz gracias a un lanzamiento de falta directo de un especialista como Koeman. Era el minuto 111 y 'Tintín' entró en la historia del Barça. Y allí seguirá porque él fue el primero.

Atenas, 1994.

Lección de Capello a Cruyff.

El 'Dream Team' ya estaba en la cima, se creía indestructible, ahora reforzado con un goleador único como Romario. Su trayectoria en la 'Champions' había sido impresionante. Aunque en la Liga tuvo que recurrir a la parada de González al penalti de Djukic en Riazor, el fútbol que había ofrecido era tan espectacular que otra vez parecía que el rival no jugaba. Y esta vez se pasaron porque el contrincante era el Milan. Dicen que Fabio Capello recopiló las declaraciones más arrogantes de Cruyff, un genio que ya estaba a punto de perder el norte, para motivar a sus jugadores.
Fue un baño del Milan en cuanto a intensidad, disposición táctica, actitud e incluso fútbol. Zubizarreta fue despedido por Cruyff en el avión de regreso en un ejemplo para el futuro de cómo no gestionar una crisis. Fue el principio del fin del 'Dream Team', aunque algunos aprendieron de lo sucedido y apuntaron los errores para no repetirlos, quizás como entrenador. Sí, por ahí estaba Guardiola...

París, 2006.

Belleti, el héroe más inesperado.

Es fácil resumir aquel título logrado ante el Arsenal (2-1) como el triunfo del fútbol total liderado por Ronaldinho, en el mejor momento de su carrera. Incluso Guardiola habla hoy en día de que en París hubo una continuación de la filosofía de Cruyff. Pero un repaso a la alineación permite descubrir que Rijkaard tiró de sus conocimientos tácticos del fútbol italiano, tras muchos años en el Milan, para asegurarse el trofeo. Ya fue más conservador de lo que muchos quieren recordar en octavos ante el Chelsea de Mourinho o en semifinales ante el Milan. Pero en la final dejó a Iniesta en el banquillo pese a que Xavi estaba lesionado. Le faltaron pocos días para llegar a tiempo.
Sin ideas, el equipo azulgrana no aprovechó la temprana y justa expulsión del portero Lehmann en el 19' por derribar a Eto'o en una acción que de no ser falta hubiese acabado en gol de Giuly. Valdés tuvo que multiplicarse para detener varias ocasiones de Henry y Ljungberg, pero no pudo hacer nada ante un cabezazo de Campbell antes del descanso. Rijkaard rectificó y dio entrada a Iniesta, Larsson y Belleti progresivamente. Y los tres le dieron el título. Este último, convirtiéndose en el héroe más inesperado de la historia del fútbol. Lateral brasileño sin gol hasta el día oportuno. Messi, que quería arriesgar pese a un percance muscular, no jugó y nadie le encontrará en la foto de la celebración en el césped porque no sintió el título como suyo. Quería otro.

Roma, 2009.

La hora del 'Pep Team'.

Leo Messi llegó al Estadio Olímpico de Roma dispuesto a demostrar que el número 1 en el mundo del fútbol era él. Guardiola, que volvía a una final como entrenador tras aquella frustración vivida en Atenas como jugador, había sabido conectar con el alma inquieta y poco comunicativa del argentino durante toda la temporada. En su primera experiencia juntos, la Liga y la Copa ya estaban en el saco y el '10' maravillaba allí donde jugaba. «Pero te falta ser el protagonista en una final y tú puedes», le dijo el técnico. Como rivales, el vigente campeón, el Manchester United, y el Balón de Oro, Cristiano Ronaldo.
El Barsa llegaba anímicamente a tope porque Iniesta había clasificado al equipo para la final con un golazo ante el Chelsea en el tiempo de descuento de Stamford Bridge. Pero físicamente estaba roto. El primero, el de Fuentealbilla, que jugó infiltrado para asistir al infalible Eto'o en el 1-0 y que incluso aguantó los 90 minutos antes de pasar varios meses en la enfermería y temer por su carrera. Pero valió la pena el sacrificio. Como el de Touré, central reciclado para cubrir las bajas en el defensa (Márquez, Milito...), pues Puyol cubrió la ausencia por sanción de Alves en la derecha, mientras que la izquierda fue para un enorme Sylvinho debido a otra sanción, la de Abidal. Muchos contratiempos y un inicio impetuoso de Cristiano Ronaldo hicieron temer lo peor, pero Valdés, como en París, ofreció otra actuación sensacional en una final. Y con el 1-0 de Eto'o en el 10', el Barça se tranquilizó y poco a poco impuso su jerarquía hasta que Messi voló para conectar un cabezazo por encima de Van der Sar con el que la 'Pulga', Guardiola y el Barça se quitaron varias espinas.

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Messi cabecea a gol en la final ante el United de 2009.