titojose54
22/05/2011, 14:50
El triunfo ante el Nástic deja la fase de ascenso muy cerca para el equipo blanquivioleta y con opciones de ser incluso terceros.
Para el Real Valladolid, la jornada de reflexión de ayer pasa a ser la jornada de reflexión de hoy. Política al margen, claro, y a pesar de que ayer el palco pareciera la carpa de cierre de campaña global. Ese palco que otras veces está desierto de cargos, concejales, consejeros, opositores y aspirantes, por cierto. Pues bien, dejando a los políticos , lo futbolístico empuja al Real Valladolid a reflexionar hoy. Se ganó, y eso siempre ayuda y tapa los defectillos, como un bótox balompédico. Sin embargo, algunas de las cosas que se vieron ayer ante un equipo tan simple como el Nástic de Tarragona deben mover a Abel Resino y a los suyos a hacer una pausa y pensar.
A pensar, por ejemplo, en cuál es el motivo que lleva a Óscar González a pasar de megaestrella mundial a desaparecer del campo. Ayer la prueba para el salmantino era la misma que el día del Córdoba. Ante un rival atrincherado y esperando un contragolpe afortunado, le tocaba bajar unos metros, hacer de enlace más que nunca entre el centro del campo y la delantera y construir desde ahí. Lo hizo una sola vez en todo el encuentro y bastó para conseguir el primer y único gol del partido.
También hay que pensar, por ejemplo, en por qué cualquier equipo de la categoría sabe coger las espaldas a la defensa con dos toquecitos. No sucedió una vez, sino varias, y la ventaja para el Real Valladolid fue que enfrente estaba Powel, mucho más rápido que los defensas, y que al holandés le acompañaban Felipe Sánchón y Tuni, que tuvieron una tarde horrible cada vez que pisaron el área. Aun con todo, Jordi tuvo que derribar una vez a Sanchón en una jugada que pareció penalti claro y que el árbitro y el juez de línea convirtieron en fuera de juego, para cabreo de los tarraconenses.
Errores peligrosos.
Cabría reflexionar, además, sobre el papel que desempeña el centro del campo en según qué partidos. Puede que Nafti sea un jugador útil ante un Granada o un Elche, por ejemplo, porque entonces tira de carácter y choca una y otra vez con el rival, desesperándolo. Cuando es él quien tiene el balón, y a su lado está Baraja y delante no se atisba a Óscar, el Valladolid tiene un problema. Ayer sucedió al menos tres veces la misma jugada. Nafti, sin pararse a mirar, cede el balón atrás, medio flojo y sin dirección definida, como para que lo recoja un defensor y vuelva a iniciar. Y quien lo recoge, o mejor aún intercepta, es un adversario. Y se monta el contragolpe. Y el Real Valladolid sufre y se arriesga innecesariamente. Y eso, aunque no se paga contra un Nástic limitadísimo en ataque -ha marcado 34 goles, solo 8 más que Javi Guerra-, sí puede resultar catastrófico con un Granada especialista en contragolpes fulminantes, por ejemplo.
Otro punto a observar es el estado físico de la plantilla. Debería ser idóneo a estas alturas de temporada, porque un buen porcentaje de los titulares de ayer fue suplente durante media temporada, con excepción de Javi Guerra, Nauzet y, en menor medida, Sisi. Sin embargo, el equipo acabó fundido en un día de calor agobiante. Abel defendió que eso es normal, y que se sigue un plan específico para que no se dé un bajón repentino en esas condiciones. Cabe reseñar que dentro de unas semanas, ya en la fase de ascenson es probable que se repitan días como el de ayer, y si toca jugar en Granada o en Elche...
Todas esas notas preocupantes se pudieron ver ayer en el José Zorrilla, donde el Real Valladolid, a pesar de todo, volvió a ganar. Siete victorias en los últimos ocho partidos en casa. De récord.
Y ahí está lo positivo del asunto.
La fortaleza en casa será clave en la pelea por lograr el ascenso en el 'play off'. Y ayer se ganó con menos de media entrada en las gradas, por lo inoportuno del horario y porque el rival, la verdad, no resultaba de lo más atractivo a estas alturas.
Se ganó porque Javi Guerra sigue enchufado, y eso ya no es una casualidad, sino un hecho. No es una racha, es que estamos ante un jugador de otra categoría. Se ganó porque en este Real Valladolid siempre aparece alguien. Un día es Óscar, otro Nauzet, ayer Sisi. Hay mucho talento y la suficiente veteranía como para resolver adecuadamente partidos tan ingratos y traicioneros como el de ayer.
Pero eso son detalles positivos que ya se conocían. Los otros, los negativos, pueden quedar soterrados entre la euforia del triunfo y las ganas que tiene todo el mundo de que arranque de una vez el dichoso 'play off'. Para poder afrontarlo con garantías, sin embargo, habrá que reflexionar primero.
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Sisi trata de superar la oposicion de Virgili con el balón controlado.
Para el Real Valladolid, la jornada de reflexión de ayer pasa a ser la jornada de reflexión de hoy. Política al margen, claro, y a pesar de que ayer el palco pareciera la carpa de cierre de campaña global. Ese palco que otras veces está desierto de cargos, concejales, consejeros, opositores y aspirantes, por cierto. Pues bien, dejando a los políticos , lo futbolístico empuja al Real Valladolid a reflexionar hoy. Se ganó, y eso siempre ayuda y tapa los defectillos, como un bótox balompédico. Sin embargo, algunas de las cosas que se vieron ayer ante un equipo tan simple como el Nástic de Tarragona deben mover a Abel Resino y a los suyos a hacer una pausa y pensar.
A pensar, por ejemplo, en cuál es el motivo que lleva a Óscar González a pasar de megaestrella mundial a desaparecer del campo. Ayer la prueba para el salmantino era la misma que el día del Córdoba. Ante un rival atrincherado y esperando un contragolpe afortunado, le tocaba bajar unos metros, hacer de enlace más que nunca entre el centro del campo y la delantera y construir desde ahí. Lo hizo una sola vez en todo el encuentro y bastó para conseguir el primer y único gol del partido.
También hay que pensar, por ejemplo, en por qué cualquier equipo de la categoría sabe coger las espaldas a la defensa con dos toquecitos. No sucedió una vez, sino varias, y la ventaja para el Real Valladolid fue que enfrente estaba Powel, mucho más rápido que los defensas, y que al holandés le acompañaban Felipe Sánchón y Tuni, que tuvieron una tarde horrible cada vez que pisaron el área. Aun con todo, Jordi tuvo que derribar una vez a Sanchón en una jugada que pareció penalti claro y que el árbitro y el juez de línea convirtieron en fuera de juego, para cabreo de los tarraconenses.
Errores peligrosos.
Cabría reflexionar, además, sobre el papel que desempeña el centro del campo en según qué partidos. Puede que Nafti sea un jugador útil ante un Granada o un Elche, por ejemplo, porque entonces tira de carácter y choca una y otra vez con el rival, desesperándolo. Cuando es él quien tiene el balón, y a su lado está Baraja y delante no se atisba a Óscar, el Valladolid tiene un problema. Ayer sucedió al menos tres veces la misma jugada. Nafti, sin pararse a mirar, cede el balón atrás, medio flojo y sin dirección definida, como para que lo recoja un defensor y vuelva a iniciar. Y quien lo recoge, o mejor aún intercepta, es un adversario. Y se monta el contragolpe. Y el Real Valladolid sufre y se arriesga innecesariamente. Y eso, aunque no se paga contra un Nástic limitadísimo en ataque -ha marcado 34 goles, solo 8 más que Javi Guerra-, sí puede resultar catastrófico con un Granada especialista en contragolpes fulminantes, por ejemplo.
Otro punto a observar es el estado físico de la plantilla. Debería ser idóneo a estas alturas de temporada, porque un buen porcentaje de los titulares de ayer fue suplente durante media temporada, con excepción de Javi Guerra, Nauzet y, en menor medida, Sisi. Sin embargo, el equipo acabó fundido en un día de calor agobiante. Abel defendió que eso es normal, y que se sigue un plan específico para que no se dé un bajón repentino en esas condiciones. Cabe reseñar que dentro de unas semanas, ya en la fase de ascenson es probable que se repitan días como el de ayer, y si toca jugar en Granada o en Elche...
Todas esas notas preocupantes se pudieron ver ayer en el José Zorrilla, donde el Real Valladolid, a pesar de todo, volvió a ganar. Siete victorias en los últimos ocho partidos en casa. De récord.
Y ahí está lo positivo del asunto.
La fortaleza en casa será clave en la pelea por lograr el ascenso en el 'play off'. Y ayer se ganó con menos de media entrada en las gradas, por lo inoportuno del horario y porque el rival, la verdad, no resultaba de lo más atractivo a estas alturas.
Se ganó porque Javi Guerra sigue enchufado, y eso ya no es una casualidad, sino un hecho. No es una racha, es que estamos ante un jugador de otra categoría. Se ganó porque en este Real Valladolid siempre aparece alguien. Un día es Óscar, otro Nauzet, ayer Sisi. Hay mucho talento y la suficiente veteranía como para resolver adecuadamente partidos tan ingratos y traicioneros como el de ayer.
Pero eso son detalles positivos que ya se conocían. Los otros, los negativos, pueden quedar soterrados entre la euforia del triunfo y las ganas que tiene todo el mundo de que arranque de una vez el dichoso 'play off'. Para poder afrontarlo con garantías, sin embargo, habrá que reflexionar primero.
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Sisi trata de superar la oposicion de Virgili con el balón controlado.