Quagmire
22/09/2010, 19:39
Como dijo Jack El Destripador, vamos por partes. Clos Gómez, el que falseó el acta diciendo que Guardiola había dicho lo que no había dicho, confundió la velocidad con el tocino. Fue protagonista del partido, masacró al Espanyol, tuvo una actitud pelota con el poderoso y mantuvo una actitud rastrera con el débil. Más allá de si acertó con el penalti por mano del Espanyol, de si expulsó a Galán con corrección, de si no vio el codazo en la boca a Higuaín e incluso, de si hubo mano de un jugador del Real Madrid en su segundo gol, lo que llamó poderosamente la atención del colegiado fue lo que dictaminó con Pepe. Callejón estaba de espaldas, se sacó el balón de encima y Pepe, reincidente en esto de emplearse con violencia y tener el cable cruzado, pateó la pierna del jugador "perico" por encima del tobillo, para luego rematarle con la pierna derecha. La acción, en zona de nadie, en un lance innecesario para un zaguero de su experiencia, sólo mereció la amarilla para Clos Gómez. Resulta curioso que Clos sea tan escrupuloso a la hora de seguir las instrucciones del CNTA sobre las manos en el área y no tenga la suficiente personalidad como para expulsar a Pepe, que fue el único jugador de campo que anoche estuvo todavía peor que el árbitro. Viendo su entrada, repetida una y otra vez, y echando mano de su historial de malos modos, no se entiende a Pepe. Cuando se fue a la calle por segunda amarilla (porque Ujfalusi necesita una patada para ser expulsado y con Pepe se necesitan dos), el todavía jugador del Real Madrid se puso a sonreír al ser amonestado con la doble amarilla. A respecto, tres reflexiones: Una, ¿De qué coño se ríe exactamente Pepe?; dos, hay que proteger a Cristiano y a Messio pero ¿quién protege a Callejón?; y tres, por supuesto, la patada salvaje de Pepe sobre Callejón no la veremos en ninguna portada de ningún medio de comunicación. Sabremos cuantos chicles se endiña Mou, cuantas palomas defecan sobre el Bernabéu y qué tipo de césped nuevo se va a replantar en el estadio. Pero de "lo" de Pepe, ni mu. Y todavía hay periodistas que dicen que no tienen ninguna responsabilidad en estas cosas. Para ellos hace tiempo que la búsqueda de la objetividad sólo se mide por los niveles de audiencia. Y el Espanyol "no vende".
El partido: El Madrid vivió de los errores ajenos, rozó su peor versión, jugó muy por debajo de lo que se le exige y se llevó los puntos. El Espanyol vivió de sus aciertos, rozó su mejor versión, jugó muy por encima de su presupuesto y acabó goleado sin motivo aparente. Fue otro tratado inflado y siempre bien publicitado manual "Así gana Mourinho". Otra siesta de pijama y orinal, de las que afeaban a Capello y de las que ponían en la picota a Pellegrini. Es decir, nada nuevo bajo el sol. Diez contra diez, ante un Espnayol pubertoso y bisoño, pero en efervescencia, el Bernabéu esperó una decisión de su portugués (porque él "no es entrenador, es portugués). Mou movió ficha y fue fiel a su catecismo: Fuera Özil y Di María (dos que construyen fútbol), dentro Khedira y Arbeloa (dos que destruyen fútbol). Mientras Clos Gómez dejó caer todo el peso de sus erráticas decisiones sobre el Espanyol, que se quejó de ser expoliado, llegó el maquillaje final para un Madrid que sigue siendo lo mismo que ha sido en los últimos años. Es decir, un grupo de tenores donde cada uno canta lo que le da la gana.
Aún hay más. Después de aburrir a las ovejas y comrpobar cómo el Espanyol le sacó los colores, Mourinho ejerició de plañidera. Él, que tan sensato había sido hace días cuando declaró que no le gustaba llorar, se puso a gimotear en la sala de prensa: "Me voy satisfecho. Hemos jugado el tercer partido en seis sías, es muy difícil jugar en un patatal y es complicado jugar contra un equipo que no tiene nada que perder". A eso, en mi pueblo, se le llaman excusas de mal pagador. "Vengo de un país con 10 millones de entrenadores, aquí hay 40" añadió el tipo que dice que no es Harry Potter, pero que sí sobra como si lo fuera. Bienvenido al Real Madrid señor Mourinho. En este país hay cuarenta millones de entrenadores, de directores técnicos y de aficionados exigentes, es verdad. Tampoco es mentira que su equipo necesita paciencia, atuomatismos, más entrenamientos y una dinámica que se desarrolle en más calma. Pero si Mourinho anoche dijo que se iba "satisfecho", es que no sabe qué significa el Real Madrid. El Bernabéu, más allá del "tendido siete", no se acostó anoche precisamente "satisfecho". Más bien, todo lo contrario. Y eso que no sabía que Mourinho, The Special One, había mandado callar al banquillo del Espanyol con un gesto grosero. José Sámano - periodista, este sí-, titula su crónica en "El País" de este modo: "Mourinho necesita dedicación exclusiva". Amén maestro.
Rubén Uría
El partido: El Madrid vivió de los errores ajenos, rozó su peor versión, jugó muy por debajo de lo que se le exige y se llevó los puntos. El Espanyol vivió de sus aciertos, rozó su mejor versión, jugó muy por encima de su presupuesto y acabó goleado sin motivo aparente. Fue otro tratado inflado y siempre bien publicitado manual "Así gana Mourinho". Otra siesta de pijama y orinal, de las que afeaban a Capello y de las que ponían en la picota a Pellegrini. Es decir, nada nuevo bajo el sol. Diez contra diez, ante un Espnayol pubertoso y bisoño, pero en efervescencia, el Bernabéu esperó una decisión de su portugués (porque él "no es entrenador, es portugués). Mou movió ficha y fue fiel a su catecismo: Fuera Özil y Di María (dos que construyen fútbol), dentro Khedira y Arbeloa (dos que destruyen fútbol). Mientras Clos Gómez dejó caer todo el peso de sus erráticas decisiones sobre el Espanyol, que se quejó de ser expoliado, llegó el maquillaje final para un Madrid que sigue siendo lo mismo que ha sido en los últimos años. Es decir, un grupo de tenores donde cada uno canta lo que le da la gana.
Aún hay más. Después de aburrir a las ovejas y comrpobar cómo el Espanyol le sacó los colores, Mourinho ejerició de plañidera. Él, que tan sensato había sido hace días cuando declaró que no le gustaba llorar, se puso a gimotear en la sala de prensa: "Me voy satisfecho. Hemos jugado el tercer partido en seis sías, es muy difícil jugar en un patatal y es complicado jugar contra un equipo que no tiene nada que perder". A eso, en mi pueblo, se le llaman excusas de mal pagador. "Vengo de un país con 10 millones de entrenadores, aquí hay 40" añadió el tipo que dice que no es Harry Potter, pero que sí sobra como si lo fuera. Bienvenido al Real Madrid señor Mourinho. En este país hay cuarenta millones de entrenadores, de directores técnicos y de aficionados exigentes, es verdad. Tampoco es mentira que su equipo necesita paciencia, atuomatismos, más entrenamientos y una dinámica que se desarrolle en más calma. Pero si Mourinho anoche dijo que se iba "satisfecho", es que no sabe qué significa el Real Madrid. El Bernabéu, más allá del "tendido siete", no se acostó anoche precisamente "satisfecho". Más bien, todo lo contrario. Y eso que no sabía que Mourinho, The Special One, había mandado callar al banquillo del Espanyol con un gesto grosero. José Sámano - periodista, este sí-, titula su crónica en "El País" de este modo: "Mourinho necesita dedicación exclusiva". Amén maestro.
Rubén Uría