Renato11
16/05/2010, 21:14
¿Cómo no voy a saberlo, Antonio? ¿Cómo voy a dudarlo?
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Sé que sabes que dentro de tres días vamos a disputar una Final, otra más. Será nuestra séptima Final, la séptima de los que nunca habíamos visto nada. Seis ya disputadas, cinco ganadas y ninguna perdida. Dicen las hemerotecas que aquella en la que tan cruelmente se nos obligó a jugar cuando el vacío de tu ausencia aún estaba inundado de lágrimas vivas, tan dolorosas, perdimos contra el AC Milán.
Pero tú y yo sabemos, Antonio, que aquella fue la más grande de nuestras victorias. Poder saltar a un terreno de juego tus compañeros, poder viajar hasta Mónaco nosotros, tu afición, con tu cadáver aún caliente, con la mente embotada todavía por el sufrimiento, con el corazón aplastado por la inmensa tristeza que nos dejaste al marchar, esa fue una de las mayores gestas que el Sevilla FC, que el Sevilllismo, ha podido firmar en toda su historia.
Ahora ya, Antonio, ha pasado el tiempo. No se marcha el dolor pero uno se acostumbra a vivir con él. Seguimos dando vía libre al llanto cuando toca hablar de ti, recordar tus cosas, rememorar tus goles, tus imágenes. Ya tienes tu estatua en tu Ciudad Deportiva…
Anoche, en Almería, volvimos a meternos en Champions, esa Champions que el destino cruel nunca te permitió disputar, nunca olvidaré aquel pinchazo que tuviste en el calentamiento del partido de ida de aquella eliminatoria previa ante el AEK que te dejó sin jugar. Y en la vuelta ya te habías ido al Cielo, Antonio.
Tú, con tus detalles, sigues desde arriba haciéndonos ver a los que creemos que estás ahí que sigues velando por nosotros, que conspiras desde el Cielo para ayudar cuando los que están en la hierba parece que ya no pueden más.
El primer gol de Kanouté en el minuto 16.
El debut de otro canterano, de otro Antonio, Luna, en ese carril zurdo que era tuyo.
El milagroso gol de Rodri, con el último soplo de vida que le quedaba a la Liga, otro canterano como tú, otro alimentado con la casta bendita de la Carretera de Utrera, estos niños-hombres de nuestra cantera no le ponen Cola-Cao a la leche, le echan cucharadas soperas de albero de la Carretera de Utrera…Un gol que llegaba, Antonio, con las manecillas del reloj a punto de entrar en el 16 de mayo…
Otro 16 de mayo, dieciséis, que de nuevo transformó en locura colectiva los cientos de miles de corazones sevillistas que explotaron de alegría tras un sufrimiento atroz…como en Glasgow.
Seguro que tú, desde tu Cielo Sevillista, moviste tus hilos invisibles para lograr ese escorzo imposible de Rodri, esa pelota surcando el cielo por encima de su cabeza, ese cálculo matemático para hacer coincidir en tiempos de Planck la bota canterana en lo más alto con la trayectoria descendente del cuero, para imprimir a esa pelota una potencia descomunal (¿cuántos corazones sevillistas en ese balón?) que hizo encogerse hasta lo más diminuto al portero del Almería.
Ese gol que nos mete en Copa de Europa (tres veces en cuatro temporadas y la temporada que no lo logramos fue a pesar de tener los mismo puntos que el cuarto clasificado) y que, como por arte de magia, transforma todo el pesimismo, toda la angustia, toda la desazón de un Sevillismo que empezaba a ver la Final del miércoles como una cruz pesada que había que llevar en ilusión, en fuerza mental, en esperanzas ciertas, en euforia, en felicidad desbocada.
El miércoles jugamos una Final y ya sabes que te debemos una, Antonio.
La Supercopa ante el Milán fue inhumana pero ahora,como digo, ya ha pasado el tiempo y el destino (¿el destino?) nos pone de nuevo en la ocasión soñada de ofrecerte ese título que tú tanto te mereces.
Por ti viajaremos miles y miles de sevillistas a Barcelona desde los cinco continentes, por ti inundaremos las calles barcelonesas de sentimiento sevillista, por ti saldrán tus compañeros, tus amigos, tus hermanos a partirse el alma ante el Atlético de Madrid, por ti volveremos a dejarnos el corazón y la garganta en pos de una Copa que te debemos.
Por ti.
Contigo, Antonio Puerta.
Siempre contigo. Siempre con nosotros.
Blog de Jesus Alvarado.
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Sé que sabes que dentro de tres días vamos a disputar una Final, otra más. Será nuestra séptima Final, la séptima de los que nunca habíamos visto nada. Seis ya disputadas, cinco ganadas y ninguna perdida. Dicen las hemerotecas que aquella en la que tan cruelmente se nos obligó a jugar cuando el vacío de tu ausencia aún estaba inundado de lágrimas vivas, tan dolorosas, perdimos contra el AC Milán.
Pero tú y yo sabemos, Antonio, que aquella fue la más grande de nuestras victorias. Poder saltar a un terreno de juego tus compañeros, poder viajar hasta Mónaco nosotros, tu afición, con tu cadáver aún caliente, con la mente embotada todavía por el sufrimiento, con el corazón aplastado por la inmensa tristeza que nos dejaste al marchar, esa fue una de las mayores gestas que el Sevilla FC, que el Sevilllismo, ha podido firmar en toda su historia.
Ahora ya, Antonio, ha pasado el tiempo. No se marcha el dolor pero uno se acostumbra a vivir con él. Seguimos dando vía libre al llanto cuando toca hablar de ti, recordar tus cosas, rememorar tus goles, tus imágenes. Ya tienes tu estatua en tu Ciudad Deportiva…
Anoche, en Almería, volvimos a meternos en Champions, esa Champions que el destino cruel nunca te permitió disputar, nunca olvidaré aquel pinchazo que tuviste en el calentamiento del partido de ida de aquella eliminatoria previa ante el AEK que te dejó sin jugar. Y en la vuelta ya te habías ido al Cielo, Antonio.
Tú, con tus detalles, sigues desde arriba haciéndonos ver a los que creemos que estás ahí que sigues velando por nosotros, que conspiras desde el Cielo para ayudar cuando los que están en la hierba parece que ya no pueden más.
El primer gol de Kanouté en el minuto 16.
El debut de otro canterano, de otro Antonio, Luna, en ese carril zurdo que era tuyo.
El milagroso gol de Rodri, con el último soplo de vida que le quedaba a la Liga, otro canterano como tú, otro alimentado con la casta bendita de la Carretera de Utrera, estos niños-hombres de nuestra cantera no le ponen Cola-Cao a la leche, le echan cucharadas soperas de albero de la Carretera de Utrera…Un gol que llegaba, Antonio, con las manecillas del reloj a punto de entrar en el 16 de mayo…
Otro 16 de mayo, dieciséis, que de nuevo transformó en locura colectiva los cientos de miles de corazones sevillistas que explotaron de alegría tras un sufrimiento atroz…como en Glasgow.
Seguro que tú, desde tu Cielo Sevillista, moviste tus hilos invisibles para lograr ese escorzo imposible de Rodri, esa pelota surcando el cielo por encima de su cabeza, ese cálculo matemático para hacer coincidir en tiempos de Planck la bota canterana en lo más alto con la trayectoria descendente del cuero, para imprimir a esa pelota una potencia descomunal (¿cuántos corazones sevillistas en ese balón?) que hizo encogerse hasta lo más diminuto al portero del Almería.
Ese gol que nos mete en Copa de Europa (tres veces en cuatro temporadas y la temporada que no lo logramos fue a pesar de tener los mismo puntos que el cuarto clasificado) y que, como por arte de magia, transforma todo el pesimismo, toda la angustia, toda la desazón de un Sevillismo que empezaba a ver la Final del miércoles como una cruz pesada que había que llevar en ilusión, en fuerza mental, en esperanzas ciertas, en euforia, en felicidad desbocada.
El miércoles jugamos una Final y ya sabes que te debemos una, Antonio.
La Supercopa ante el Milán fue inhumana pero ahora,como digo, ya ha pasado el tiempo y el destino (¿el destino?) nos pone de nuevo en la ocasión soñada de ofrecerte ese título que tú tanto te mereces.
Por ti viajaremos miles y miles de sevillistas a Barcelona desde los cinco continentes, por ti inundaremos las calles barcelonesas de sentimiento sevillista, por ti saldrán tus compañeros, tus amigos, tus hermanos a partirse el alma ante el Atlético de Madrid, por ti volveremos a dejarnos el corazón y la garganta en pos de una Copa que te debemos.
Por ti.
Contigo, Antonio Puerta.
Siempre contigo. Siempre con nosotros.
Blog de Jesus Alvarado.