Shark Gutierrez
27/02/2010, 00:15
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El pasado domingo, el Madrid ganó 6-2, consiguiñó su 18ª victoria en 23 partidos de Liga, se convirtió en el equipo más goleador del campeonat, con 59 tantos y alcanzo la cifra de los 56 puntos, la más alta del equipo-empatada con la de la temporada 2007-08- desde que se instauraron los tres puntos por victoria. Los números son significativos: algo ha hecho bien el Madrid. Sin embargo, sus méritos permanencen ocultos. Se habla de todo menos de la honorable trayectoria del equipo.
El paisaje recuerda bastante al de otro excelente Madrid, el de la Quinta del Buitre, cuyas victorias siempre se ponían en solfa. Aquel equipo, ganador de de cinco titulos de Liga, dos Copas de la UEFA y una Copa del Rey, era más querido por los aficionados que por el periodismo. El Bernabéu se llenaba invariablemente porque en cada partido había la esperanza de divertirse. Los jugadores respondieron durante un largo ciclo con goles y un gran fútbol, pero siempre asomaba el latiguillo: no pueden con el Millán, no ganan la Copa de Europa, sólo sirven para andar por casa.
La Quinta fue el último gran ciclo del Madrid. Desde su declive precipitada por la llegada de Cruyff al Barça y por un ambiente cenizo, el club entró en un marasmo de crisis que todavía no ha resuelto. En los últimos 20 años solo ha repetido éxito en la Liga en una ocasión, temporada 2006-2007, con Capello y la siguente con Bernd Schuster. El Madrid no ha sido el club dominante del fútbol español en este largo periodo. Su mayor virtud ha sido su capacidad para desarrollar un fino instinto de supervivencia. Sus tendencias autodestructivas- una legión de entrenadores y media docena de presidentes-no le han impedido conquistar los mayores titulos: seis Ligas y tres Copas de Europa. Pero siempre en medio de una sensación de crisis aguda, de insatisfacción, de angustia, de impaciencia.
Esta perversa dinámica se ha instalado y no parece que vaya a remitir en el futuro. Alrededor del Madrid se aceleran los ciclos más nocivos. Se cuestiona al entrenador en su primer mes en el cargo, se vive cada partido como si fuera el preámbulo de una tragedia, se concentran los elogios en los jugadores mediáticos y se silencian en los demás, se especula con los fichajes de todos los colores y se desdeña cualquier señal optimista en favor de un pesimsmo recalcitrante.
El Madrid no tendrá manera de estabilizarse en estas penosas condiciones. ni tan siquiera le sirven los titulos. A las pruebas hay que remitirse. Está preso de una espiral que lo hace dificilmente gobernable, sea quien sea el presidente. En estas penosas circunstancas, lo que pasa en el campo importa poco, excepto cuando un mal resultado sirve como coartada para un carajal mediático.
Si la realidad queda sepultada es que predomina una conducta patológica, insana. Este Madrid, con los defectos que se quieran ofrece un amplio margen para la esperanza. Lo dicen los números y el juego. Debería ser un motivo para que el madridismo lo disfruto. Pero no ocurre. Es un equipo oculto, sin nadie que lo festeje. Típico del Madrid. Típico de un club y un entorno que prefiere flagelarse"
Brillante articulo de Segurola, nuevamente en la edicion escrita de MARCA.
El pasado domingo, el Madrid ganó 6-2, consiguiñó su 18ª victoria en 23 partidos de Liga, se convirtió en el equipo más goleador del campeonat, con 59 tantos y alcanzo la cifra de los 56 puntos, la más alta del equipo-empatada con la de la temporada 2007-08- desde que se instauraron los tres puntos por victoria. Los números son significativos: algo ha hecho bien el Madrid. Sin embargo, sus méritos permanencen ocultos. Se habla de todo menos de la honorable trayectoria del equipo.
El paisaje recuerda bastante al de otro excelente Madrid, el de la Quinta del Buitre, cuyas victorias siempre se ponían en solfa. Aquel equipo, ganador de de cinco titulos de Liga, dos Copas de la UEFA y una Copa del Rey, era más querido por los aficionados que por el periodismo. El Bernabéu se llenaba invariablemente porque en cada partido había la esperanza de divertirse. Los jugadores respondieron durante un largo ciclo con goles y un gran fútbol, pero siempre asomaba el latiguillo: no pueden con el Millán, no ganan la Copa de Europa, sólo sirven para andar por casa.
La Quinta fue el último gran ciclo del Madrid. Desde su declive precipitada por la llegada de Cruyff al Barça y por un ambiente cenizo, el club entró en un marasmo de crisis que todavía no ha resuelto. En los últimos 20 años solo ha repetido éxito en la Liga en una ocasión, temporada 2006-2007, con Capello y la siguente con Bernd Schuster. El Madrid no ha sido el club dominante del fútbol español en este largo periodo. Su mayor virtud ha sido su capacidad para desarrollar un fino instinto de supervivencia. Sus tendencias autodestructivas- una legión de entrenadores y media docena de presidentes-no le han impedido conquistar los mayores titulos: seis Ligas y tres Copas de Europa. Pero siempre en medio de una sensación de crisis aguda, de insatisfacción, de angustia, de impaciencia.
Esta perversa dinámica se ha instalado y no parece que vaya a remitir en el futuro. Alrededor del Madrid se aceleran los ciclos más nocivos. Se cuestiona al entrenador en su primer mes en el cargo, se vive cada partido como si fuera el preámbulo de una tragedia, se concentran los elogios en los jugadores mediáticos y se silencian en los demás, se especula con los fichajes de todos los colores y se desdeña cualquier señal optimista en favor de un pesimsmo recalcitrante.
El Madrid no tendrá manera de estabilizarse en estas penosas condiciones. ni tan siquiera le sirven los titulos. A las pruebas hay que remitirse. Está preso de una espiral que lo hace dificilmente gobernable, sea quien sea el presidente. En estas penosas circunstancas, lo que pasa en el campo importa poco, excepto cuando un mal resultado sirve como coartada para un carajal mediático.
Si la realidad queda sepultada es que predomina una conducta patológica, insana. Este Madrid, con los defectos que se quieran ofrece un amplio margen para la esperanza. Lo dicen los números y el juego. Debería ser un motivo para que el madridismo lo disfruto. Pero no ocurre. Es un equipo oculto, sin nadie que lo festeje. Típico del Madrid. Típico de un club y un entorno que prefiere flagelarse"
Brillante articulo de Segurola, nuevamente en la edicion escrita de MARCA.