Rojiblanco
12/02/2010, 23:52
La leyenda del indomable
[Only registered and activated users can see links] Ateo, inconformista, valiente y terco. Son los adjetivos aplicables a la personalidad de Luke, un condenado a dos años de prisión por romper contadores de aparcamiento en su pequeña ciudad natal, acción que servía para desfogar su descontento en una sociedad en la que no logra encajar. El niño favorito de su madre que, buscado y perdido el camino de la independencia, llora amargamente su luto tocando su antiguo banjo. Es la historia de un muchacho que demanda a un Dios que no le contesta ni en su propio templo. El mito de un hombre que se intenta reír de las reglas a las que está sometido rompiéndolas con fatales consecuencias. "La leyenda del indomable" cumple todas aquellas perspectivas tradicionales de un equipo, unos colores, un modo de vida y una religión. De una pasión inexplicable llamada Atleti.
El Atlético de Miocardio, durante años, ha vagado entre la gloria y la miseria, entre pocas luces y muchas sombras, entre la grandeza de andar por casa y la injusticia de caer en el último segundo cuando le iban a coronar Rey de Europa. Es el guión perfecto para Paul Newman, la esencia del "looser" americano, del perdedor nato que, de tarde en tarde y como comentaba orgulloso Aragonés, "ganaba cómo y cuando le salía de los cojones". Son tiempos de Navidad, siempre "blanca" Navidad, y el Tío Gilito antes y sus herederos después saben que hay que vender patriotismo rojiblanco y humo con dirección al rancho de Valdeolivas. Hay que hacer la guerra al invasor, como buen indio, y hacer soñar al pueblo con salir de la mediocridad, del encefalograma plano, del Infierno que se en su día derritió el hielo "made in" Luis Aragonés.
Uno se cansa de ver la foto de Gárate en blanco y negro, de escuchar la batallita de Reina en Bruselas, de oír hablar de los collares de Pereira, e incluso ya se le ha marchitado la melena de suburbio de "Ratón" Ayala. Ni siquiera le calman los ecos de las galopadas eléctricas de Futre, los envíos del francotirador Don Bernardo, y hasta ya han pasado los tiempos en que Vieri ponía la "gamba dura" y llenaba de metralla el cuerpo de los porteros. Pero "la leyenda del indomable" sigue presente en los corazones del Manzanares. Porque el impulso de la fe en rojo y blanco no se apaga, ni siquiera con el botafumeiro charlatán del Gilifato, ni con la milongada de su mano derecha, ni con el nuevo fichaje del AS y el MARCA.
Siempre condenado a la pedrea y desde hace una década, el Atlético nada entre las sobras del pavo de Navidad con el que el Real Madrid se hincha cada invierno, como si jamás le pesara el saco de unas alforjas tan llenas. Acostumbrados a rozar al "Gordo" que nunca llega, los atléticos esperan con ansia la llegada del nuevo Mesías, del elegido. No hace mucho se rezaba un padre nuestro por Torres. Hoy es por Kun, el niño capaz de terminar con la leyenda negra de un boxeador brillante con la mandíbula de cristal. Del milagro que seque las aguas de Cibeles y provoque el crecimiento del Río Bravo. Johan Cruyff tenía en su paladar al Atleti cuando dijo que "una cosa son los Jefes y otra son los Indios". Más cruel fue Bernabéu, el gran patriarca de tantas cosas buenas y malas, cuando pronunció aquello de "el Atlético existe porque tiene que haber de todo". Buena definición hizo Carlos Toro cuando escribió que el fútbol de Madrid se dividía en "Fortunata y Jacinta. Dos bellas señoritas a las cuales la vida no ha tratado igual". El 2010 ha devuelto al Atlético al lugar que jamás debió abandonar. Cortesía Kun.
El movimiento colchonero fue condenado a diez años de prisión por romper contadores de aparcamiento, acción que servía para desfogar su descontento en una sociedad, compuesta por Madrid y Barça, en la que no lograba encajar. Diez años de La Nada. De no pisar una final. El niño favorito de su madre que, buscado y perdido el camino de la independencia, llora amargamente su luto tocando su antiguo banjo. Es la historia de un muchacho que demanda a un Dios que no le contesta ni en su propio templo. Querido Paul Newman, estés donde estés en el cielo, si supieras todas estas historias de una Copa de redención, serías socio del Atleti. Diez años después, el equipo que más se te parece, volverá a jugar una final de Copa.
Rubén Uría / Eurosport
[Only registered and activated users can see links] Ateo, inconformista, valiente y terco. Son los adjetivos aplicables a la personalidad de Luke, un condenado a dos años de prisión por romper contadores de aparcamiento en su pequeña ciudad natal, acción que servía para desfogar su descontento en una sociedad en la que no logra encajar. El niño favorito de su madre que, buscado y perdido el camino de la independencia, llora amargamente su luto tocando su antiguo banjo. Es la historia de un muchacho que demanda a un Dios que no le contesta ni en su propio templo. El mito de un hombre que se intenta reír de las reglas a las que está sometido rompiéndolas con fatales consecuencias. "La leyenda del indomable" cumple todas aquellas perspectivas tradicionales de un equipo, unos colores, un modo de vida y una religión. De una pasión inexplicable llamada Atleti.
El Atlético de Miocardio, durante años, ha vagado entre la gloria y la miseria, entre pocas luces y muchas sombras, entre la grandeza de andar por casa y la injusticia de caer en el último segundo cuando le iban a coronar Rey de Europa. Es el guión perfecto para Paul Newman, la esencia del "looser" americano, del perdedor nato que, de tarde en tarde y como comentaba orgulloso Aragonés, "ganaba cómo y cuando le salía de los cojones". Son tiempos de Navidad, siempre "blanca" Navidad, y el Tío Gilito antes y sus herederos después saben que hay que vender patriotismo rojiblanco y humo con dirección al rancho de Valdeolivas. Hay que hacer la guerra al invasor, como buen indio, y hacer soñar al pueblo con salir de la mediocridad, del encefalograma plano, del Infierno que se en su día derritió el hielo "made in" Luis Aragonés.
Uno se cansa de ver la foto de Gárate en blanco y negro, de escuchar la batallita de Reina en Bruselas, de oír hablar de los collares de Pereira, e incluso ya se le ha marchitado la melena de suburbio de "Ratón" Ayala. Ni siquiera le calman los ecos de las galopadas eléctricas de Futre, los envíos del francotirador Don Bernardo, y hasta ya han pasado los tiempos en que Vieri ponía la "gamba dura" y llenaba de metralla el cuerpo de los porteros. Pero "la leyenda del indomable" sigue presente en los corazones del Manzanares. Porque el impulso de la fe en rojo y blanco no se apaga, ni siquiera con el botafumeiro charlatán del Gilifato, ni con la milongada de su mano derecha, ni con el nuevo fichaje del AS y el MARCA.
Siempre condenado a la pedrea y desde hace una década, el Atlético nada entre las sobras del pavo de Navidad con el que el Real Madrid se hincha cada invierno, como si jamás le pesara el saco de unas alforjas tan llenas. Acostumbrados a rozar al "Gordo" que nunca llega, los atléticos esperan con ansia la llegada del nuevo Mesías, del elegido. No hace mucho se rezaba un padre nuestro por Torres. Hoy es por Kun, el niño capaz de terminar con la leyenda negra de un boxeador brillante con la mandíbula de cristal. Del milagro que seque las aguas de Cibeles y provoque el crecimiento del Río Bravo. Johan Cruyff tenía en su paladar al Atleti cuando dijo que "una cosa son los Jefes y otra son los Indios". Más cruel fue Bernabéu, el gran patriarca de tantas cosas buenas y malas, cuando pronunció aquello de "el Atlético existe porque tiene que haber de todo". Buena definición hizo Carlos Toro cuando escribió que el fútbol de Madrid se dividía en "Fortunata y Jacinta. Dos bellas señoritas a las cuales la vida no ha tratado igual". El 2010 ha devuelto al Atlético al lugar que jamás debió abandonar. Cortesía Kun.
El movimiento colchonero fue condenado a diez años de prisión por romper contadores de aparcamiento, acción que servía para desfogar su descontento en una sociedad, compuesta por Madrid y Barça, en la que no lograba encajar. Diez años de La Nada. De no pisar una final. El niño favorito de su madre que, buscado y perdido el camino de la independencia, llora amargamente su luto tocando su antiguo banjo. Es la historia de un muchacho que demanda a un Dios que no le contesta ni en su propio templo. Querido Paul Newman, estés donde estés en el cielo, si supieras todas estas historias de una Copa de redención, serías socio del Atleti. Diez años después, el equipo que más se te parece, volverá a jugar una final de Copa.
Rubén Uría / Eurosport